INTRODUCCIÓN
El presente documento, surge en el marco, de los cursos de Realidad Nacional, realizados en la Universidad Luterana Salvadoreña, a los cuales, asistían miembros de las organizaciones sociales, que en su mayoría, formaban parte del Comité Permanente del Debate Nacional (por la Paz) CPDN, dirigentes y personal de base de organizaciones no gubernamentales, así como, militantes y simpatizantes de las fuerzas insurgentes.
El trabajo que se plantea, es la segunda versión del texto, forma parte de los materiales de discusión, análisis y reflexión, que en algún momento, género apasionados y acalorados debates, por el contenido propuesto en el mismo. Los tópicos abordados constituyen un conjunto de ideas y valoraciones elaboradas, como producto de las preocupaciones concretas, que plantea la negociación a un intelectual honesto.
El texto fue expuesto, en diversas conferencias, foros y seminarios; organizados por el CPDN, el Secretariado Social del Arzobispado de San Salvador y diversas iglesias del mundo evangélico y protestante, interesadas en la finalización del conflicto.
Probablemente despierta muchísimo interés, en los diversos sectores sociales, dado el periodo histórico extraordinario, por el cual, atraviesa la sociedad salvadoreña, donde se ha abierto la posibilidad real, de alcanzar una solución negociada, para la finalización de la guerra civil, que por doce años, ha vivido el país y ya registra más de 75,000 muerto, aproximadamente 12,000 lisiados y mutilados en el contexto del conflicto ya sea de población civil, o combatientes de ambos bandos, cerca de 8,000 personas desaparecidas y un número considerable de presos políticos.
En el texto, se emiten una serie análisis, juicios y planteamientos críticos, que advierten sobre los peligros que significa, un proceso de negociación, donde los acuerdos que se puedan alcanzar, no solo tienen que incluir un desmontaje honroso de la guerra para ambos bandos, tampoco limitarse a otorgar amplios espacios políticos para las fuerzas insurgentes y oposición en general, seguramente estas serán condiciones necesarias, pero no suficientes, para lograr la erradicación de las causas que subyacen en el origen del conflicto histórico, que ha vivido la sociedad salvadoreña, a lo largo de los últimos ciento ochenta años y que, por lo menos, ha activado tres conflictos armados: el levantamiento de armado de Anastasio Aquino en 1832, el levantamiento armado campesino y indígena encabezado por Agustín Farabundo martí en 1932 y la actual guerra civil, de cerca de doce años de duración.
Sin duda, que la lucha de las mayorías populares por la tierra, el pan, la justicia social y la democracia, son las causas estructurales que están a la raíz de los conflictos en El Salvador; y las que se tienen que superar, para que el fin de la guerra, se convierta no solo, en un periodo donde las armas de los ejércitos dejen de disparar, sino que, en una paz verdadera y ese es, justamente parte de los riesgos, que se corren en la negociación y los desafíos que tienen que ser enfrentados, por los negociadores de ambos bandos.
Las percepciones y puntos de vista que se emiten, tienen como único y sano propósito, apoyar inquietudes, preocupaciones y angustias, que genera en amplios sectores sociales el dialogo – negociación, así también, advertir sobre algunos riesgos evidentes que plantea el proceso, sobre los desafiantes y audaces estrategias, decisiones y acciones que se deben implementar, en espacios cortos de tiempo, en el marco de una dinámica social acelerada.
Repito, los análisis y reflexiones aquí expresadas, son mi percepción de la coyuntura y la evolución que está presentando en la actualidad, la realidad histórica en el país. Las opiniones planteadas quieren ser un aporte modesto, que si, de algo sirven, en el proceso de discusiones nacionales habrán cumplido, la finalidad de estas apreciaciones.
JUSTICIA SOCIAL, DEMOCRACIA Y NEGOCIACIÓN
El tránsito del diálogo a la negociación real, ha planteado nuevos desafíos que deben ser enfocados audazmente por las fuerzas revolucionarias y todos aquellos sectores de la sociedad, que buscan que la sociedad salvadoreña alcance una paz duradera, con justicia social y democracia.
El logro de la democratización real de la sociedad, en la triple dimensionalidad: como democracia económica, social y política, son la única garantía de lograr una mayor inclusión e integración de la sociedad salvadoreña, para reducir las brechas entre los más ricos, respecto a los amplios sectores que viven en miseria extrema. Sin duda que para desmontar la polaridad que llevo a la guerra, se requiere que se restablezcan lo más ampliamente posible, los derechos y libertades políticas como la libertad de expresión, la libertad de organización y participación, el irrestricto respeto a la defensa y protección de los derechos humanos a todos por igual, procesos electorales absolutamente transparentes y confiables, con reglas iguales para todos, donde cualquier fuerza política convertida en partido político, tenga la posibilidad real y efectiva de alcanzar el poder por la vía electoral, si el pueblo, le da su respaldo en las urnas, a través del sufragio. Pero toda democracia política, queda inconclusa y probablemente hará crisis, si no, se sustenta en una fuerte democracia social, donde toda persona tenga la posibilidad de vivir con el mínimo de dignidad humana y pueda satisfacer plenamente, sus necesidades básicas de vivienda, alimentación, salud, educación, recreación etc. Cabe destacar que tampoco se puede construir la democracia social, si no se logran, mayores niveles de justicia social y eso, solo se alcanza, cuando se instaura en la sociedad, un mecanismo de equidad para la generación, producción y distribución de la riqueza, producida por toda la sociedad y que en la actualidad, sigue siendo acumulada por un pequeño grupo que constituyen la poderosa clase dominante en el país.
En consecuencia, la búsqueda permanente de la justicia social como parte de la negociación, no debe de ser retorica abstracta, sino un tema de capital interés para ambos bandos, porque de ello depende la paz real y duradera en la sociedad salvadoreña y eso, solo se logra, si se instaura un sistema de sociedad auténticamente democrática.
La autodeterminación, la defensa permanente y el respeto de parte de las diferentes fuerzas políticas y sociales de la soberanía nacional, para evitar los intervencionismos ya sean estos en forma velada o abierta, como lo han hecho principalmente los Estados Unidos durante el conflicto, apoyando las fuerzas armadas salvadoreñas y a la oligarquía nacional, dotándola de recursos militares y económicos a lo largo de toda la guerra; y otras naciones y grupos de solidaridad a las fuerzas insurgentes.
En consecuencia pues, la democratización real de la sociedad, la justicia social y la autodeterminación de la soberanía nacional quizás son tres de los ejes principales de la lucha, por alcanzar resultados favorables en la negociación, pero es de ser cuidadoso, porque en este proceso existen peligros y trampas que pueden ser esgrimidas audazmente, por el gobierno y los Estados Unidos.
El proceso de democratización real de la sociedad, necesariamente debe pasar por la desarticulación del ejército oficial del gobierno tal como ha estado constituido durante la guerra, donde su desaparición, reducción al mínimo con depuración, verdad, juicio, castigo y perdón, si se quiere en un proceso de amplia reconciliación de la sociedad, para todos los violadores de los derechos humanos y responsables de masacres como la del Mozote o el Sumpul. Sin embargo, seguramente para las fuerzas insurgentes será un objetivo estratégico a alcanzar, pero sería demasiado peligroso, centrar todos los esfuerzos a esa única tarea histórica.
La existencia de una sociedad antidemocrática, puede contar con una serie de mecanismos institucionales, que lleven al autoritarismo y a la represión jurídica, como lo han intentado hacer durante la guerra, con leyes represivas y múltiples procesos de los cuales, hacen uso las fuerzas dominantes, para sojuzgar a las mayorías populares. Lo que en otras palabras quiero manifestar, es que, seguramente en la negociación, haya un una lucha feroz para quebrar las fuerzas armadas, dado el gran poder que han tenido los militares en la guerra, pero no reducirse a ello.
Los cálculos políticos, de los ideólogos de las fuerzas dominantes y el gobierno actual, son optimistas y su planteamiento pareciera, que lo han formulado salpicado con un enfoque granciano, cuya tesis principal se expresa más o menos es así: ellos sostienen que se recurre a instrumentos de opresión y represión como el ejército y los mal llamados cuerpos de seguridad, cuando el modelo está en crisis, debido a que sus instituciones sociales (entiéndase: educación, cultura, radio, prensa, televisión, religión, organismos sociales, gremios, colegios profesionales, etc.) son incapaces de garantizar la hegemonía de clase y por tanto, les quedan como única salida para el control de la situación, el empleo de la violencia institucional depositada en manos de las fuerzas represivas. Por tanto, al margen de los intereses propios del estamento militar, las fuerzas en el poder, están jugando a la reducción o depuración del ejército en última instancia, están dispuestas a negociarlo, y hasta festinarlo siempre y cuando su hegemonía en la sociedad no se vea amenazada de ninguna manera, es decir sus privilegios, económicos, sociales y políticos.
REFLEXIÓN SOBRE ESTRATEGIA Y TÁCTICA DE LA NEGOCIACIÓN
El gobierno, está jugando a superar la crisis de hegemonía social, política y económica, cuya máxima expresión alcanzada es la guerra, para estabilizar su modelo económico neoliberal, el cual, no puede instaurar en toda su dimensionalidad, mientras no finalice la guerra. Seguramente las derechas cuando hablan de democracia, están pensando en desarrollar un modelo político de democracia autoritaria, de apariencias y formas, donde las fuerzas insurgentes, participen como invitadas, pero que no tengan la posibilidad real de alcanzar el poder. El riesgo de todo lo anterior, sería caer en la trampa, pues inclusive, la desaparición del ejército, sin cambios realmente profundos en las instituciones del estado, lo que sería la sociedad política y en la sociedad civil, para desarrollar una nueva institucionalidad vendría únicamente, a resolver un problema de hegemonía, de las clases dominantes.
Por tanto, la lucha de todas las fuerzas sociales y políticas, debe plantearse en varias frentes de acción, es necesaria una estrategia de acción política más integral, pues de lo que se trata, no es exclusivamente quebrar al ejército, sino que, la lucha fundamental, debe de abrir espacios reales de transformación del sistema social, es decir, de la formación socio – económica capitalista dependiente, excluyente y sin rostro humano.
La lucha integral, por una sociedad democrática y con justicia social, plantea nuevos desafíos para todos, pero especialmente para las fuerzas revolucionarias, en la reconstrucción de un autentico, amplio y masivo movimiento de las mayorías populares, como necesidad histórica de participación del más amplio y variado sujeto social, para la conducción y construcción de una nueva sociedad.
NEGOCIACIÓN, ORGANIZACIONES SOCIALES Y MAYORÍAS POPULARES
Es preocupante, que en los momentos decisivos, históricamente cruciales, del proceso de negociación real, la ausencia de las masas sea tan elocuente. Habría que analizar críticamente, los factores que han elevado a una desmovilización y dispersión de tal magnitud, lo cual, represente un déficit de intermediación del pueblo, respecto al poder especialmente, después de alcanzada la paz.
Desde mi perspectiva de análisis, los factores que han llevado al poco protagonismo de las organizaciones sociales y de masas, en este periodo histórico de la negociación que se pueden señalar son las siguientes razones:
Es necesario replantear el perfil de los activistas, revisar la calidad y la capacidad de los cuadros dirigentes, que asumen, esta tan delicada misión, no se trata de una labor mercenaria, de utilizar como instrumentos a las organizaciones sociales, se debe aprender a respetar su autonomía e independencia.
Hay demasiada miopía, en las relaciones que se establecen con las organizaciones sociales y de masas, en la conducción, hay problemas que todo mundo detecta, menos los dirigentes responsables.
Hay ausencia de creatividad y capacidad de innovación para entender las motivaciones, intereses y necesidades de las organizaciones sociales en este periodo histórico. Lo que, en consecuencia traen como resultado un divorcio entre las masas y las dirigencias.
Ya no, se puede seguir con un discurso, fundamentado sólo en consignas, en frases desgastadas, que no corresponden a las nuevas condiciones para alcanzar las reivindicaciones de los diversos sectores sociales.
Es necesario, erradicar los mecanismos verticales y rigideces, con que se implementan las apuestas estratégicas y las modalidades para las reivindicaciones sociales de las mayorías populares, es indispensable que se aprenda a entender la psicología de las masas.
En síntesis el período es crucial para el futuro del pueblo y la sociedad en general, y en esta sociedad no habrá cambios sustanciales, con la ausencia de las mayorías populares, es necesario que el pueblo participe que haga sentir su voz que se manifieste, su presencia y protagonismo en la historización de los cambios es necesario aquí y ahora.
Desde la perspectiva Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, tendrá que plantearse nuevamente el dilema, entre radicalidad y la moderación, pues de ello, depende su capacidad para realizar amplias alianzas, para tener una mayor incidencia en otros sectores de la sociedad; y lograr una movilización social de mayor pluralidad, es indispensable, que las organizaciones sociales no se sientan utilizadas, que no se frustren, es insoslayable, que cada consigna, cada bandera reivindicativa, cada acción corresponda al nivel de motivación, interés y necesidades objetivas específicas, del sector social que las impulsa.
En muchos casos, la rigidez de las dirigencias, cierran todo espacio de creatividad y de protagonismo real de la gente, las dirigencias se han adjudicado el derecho a pensar y decidir por las mayorías populares; y solo han logrado: el alejamiento, el divorcio, la dispersión y la desmovilización social.
En cuanto, más se abren los espacios para la negociación real, el protagonismo de las mayorías populares, cobra mayor preponderancia y la disputa de las mismas, se vuelve una tarea esencial, dada su desmovilización y dispersión en que se encuentran, donde seguramente, la derecha con todo el aparato de que dispone, intentará hacer lo suyo, pero que no es tan determinante en la negociación, en cambio para las fuerzas revolucionarias, es vital para su sobrevivencia y fortalecimiento, no pueden equivocarse, por que representará altísimos costos para el presente y futuro.
Las fuerzas revolucionarias, no deben menospreciar a la derecha, quienes cuentan con una muy buena intelectualidad a su servicio, tienen una cuantiosa ventaja en los recursos de que disponen, especialmente los instrumentos masivos de propaganda, tales como algunos canales de televisión, prensa escrita y radios. Cuentan con la total legalidad y en determinados momentos, la práctica ha demostrado que han sabido interpretar mejor, el interés de las masas, del pueblo pobre y humilde aprovechando demagógicamente, tal ventaja.
Las fuerzas de derecha, cuentan con una estrategia de masas muy bien definida y elaborada, por sus centros de investigación, por sus aparatos de inteligencia política y sus variadas organizaciones de masas institucionalizadas en la sociedad, disponen de fundaciones con cuantiosos recursos. No hay que equivocarse en esto, han logrado formar verdaderos instrumentos de masas, para acumular fuerza social, valiéndose de la multiplicidad de medios de que disponen.
La única alternativa, que se plantea para las fuerzas revolucionarias, es redefinir la estrategia de relaciones, organización y movilización de las organizaciones sociales, por parte del FMLN, donde se supere la rigidez, el mecanicismo, los planteamientos reduccionistas, las plataformas de lucha sobre la base de consignas y esencialmente, se superen los problemas de sectarismo, que probablemente en el periodo de la pos guerra y la paz pueden, erosionar a las fuerzas revolucionarias y que a lo largo del conflicto han sido evidentes, causándoles desgastes y daños.
Se vuelve un imperativo histórico impostergable, la reorientación del trabajo y relaciones que se establezcan con las organizaciones sociales; en donde, se perfile una nueva manera de participación en la realidad nacional y los cuadros dirigentes que asuman la dirección, reflejen la voluntad y la desición de quienes integren las organizaciones sociales, cuyos dirigentes respondan con capacidad, creatividad, transparencia, autenticidad y sobre todo, mucha honestidad por la confianza depositada en ellos.
EL CESE DE FUEGO,… UN DESAFÍO PARA LAS FUERZAS REVOLUCIONARIAS
En la negociación, juegan un papel muy importante y algunas veces determinantes, las jugadas audaces, que uno de los actores pueda realizar, aprovechando los errores del adversario.
En el cese de fuego, seguramente, ambas fuerzas en conflicto, tendrán muy presente lo anterior, no me cabe duda que el gobierno y todo su aparato de apoyo tratará de aprovechar, cualquier espacio para sacar ventajas tácticas o estratégicas. En este sentido, las fuerzas revolucionarias se deben anticipar, a plantearse las siguientes interrogantes:
¿Será posible mantener a un ejército revolucionario, acostumbrado a operar y a movilizarse en todo el territorio nacional, concentrado en zonas que en el mejor de los casos podrán ser zonas de control?; ¿Cuál será la moral de los combatientes?; ¿Cómo evitar que pueda haber un desgaste en el perfil moral revolucionario?; ¿Durante cuánto tiempo podrá el FMLN mantener sus unidades armadas, sin que se den signos de auto desmovilización?; ¿Será posible mantener en alto, la moral de los combatientes sin combatir?...
Se sabe que el gobierno preparó y está iniciando, una campaña millonaria por radio, prensa, televisión, a través de organismos y organizaciones sociales, con el único propósito de desarticular la moral del combatiente, es absolutamente necesario que por parte de las fuerzas insurgentes se piense que para período de cese de fuego, se podrían dar respuestas concretas a algunas necesidades y reivindicaciones legítimas de los combatientes aprovechando además las enormes posibilidades de financiación que se abrirán en ese lapso para tal propósito?
Es necesario prevenir y no lamentar, en el futuro quizás habría que pensar en la posibilidad de que se monten, programas de educación en las zonas donde están las unidades del FMLN, programas que puedan considerar la posibilidad de enseñar oficios a los combatientes, de darles continuidad a los estudios formales que han realizado, de alfabetizar a los analfabetos, montar programas para estudios de bachillerato, e inclusive ofrecer la oportunidad de iniciar o continuar estudios universitarios; seguramente el gobierno lo hará con sus combatientes. Subyacentemente, se logra también, el propósito estratégico, de que las acciones de la derecha, no quiebre con su propaganda y acción, la moral de los combatientes y se presenten casos de deserciones masivas, lo cual, es poco probable, pero podría ser posible y con lo ello, alcanzar una ventaja estratégica la derecha en la negociación, condición que sin duda se vería reflejado, en la calidad de acuerdos que se puedan alcanzar, cuyos logros descansaran, en la correlación de fuerzas establecida en la actualidad y que se ha defino, como de empate militar.
En síntesis el FMLN, se debe plantear, los posibles problemas que durante el cese de fuego, puedan debilitar estratégicamente su capital militar, que en esencia, es donde ha radicado su fuerza y poder negociar, como interlocutor legítimo de las mayorías populares, frente al gobierno.
El FMLN, debe hacer enlaces con instituciones educativas, con grupos de intelectuales, con universidades que puedan impulsar proyectos en las zonas donde se concentrara durante el cese de fuego. Deben hacer esfuerzos para montar bibliotecas, talleres de carpintería, de sastrería, de mecánica, zapatería, etc. Que aparte de preparar la desmovilización de los combatientes, les abrirá nuevas expectativas, para su reinserción en la vida civil y publica, como ciudadanos que se integran a la sociedad. Tampoco deben olvidar, que todas estas acciones, se convierten en factores cohesionadores, que mantienen la unidad y la moral en alto.
Los programas que se impulsen no solo deben de estar destinadas para combatientes del frente sino que también para la población civil como una forma de articulación y de convivencia del pueblo y el ejército revolucionario. Lo que se debe evitar por todos los medios es el aislamiento que puedan llevar a la desesperación del combatiente, se deben garantizar también el abastecimiento inclusive incorporando la satisfacción de nuevas necesidades sentidas por los unidades.
El periodo de la negociación, inevitablemente intensificará la guerra psicológica, donde el gobierno, todo su aparato de propaganda y divulgación, le da enormes ventajas y puede representar alguna superioridad táctica, aislando las zonas de control del FMLN, a través de restringir la libre movilización y la dispute la base social de las zonas de control.
Sin duda, que las cartas ya están sobre la mesa y una derrota estratégica en la negociación, en el largo plazo, no será el fracaso de las fuerzas insurgentes, únicamente, lo lamentable es que es algo de un significado mucho mayor, pues es, a través de las fuerzas revolucionarias, que se está generando la posibilidad de democracia real, con justicia social y soberanía para toda la sociedad, esto es lo que realmente está en juego.
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