Ponencia presentada en el marco del seminario – taller, desarrollado por la Universalidad de El Salvador y los partidos políticos del país. Realizado el 6 de abril de 1990.
INTRODUCCIÓN
Las sociedad salvadoreña, se encuentra en procesos de búsqueda de su identidad e independencia nacional, de cara a la construcción de un proyecto económico, social y político democrático - popular, en el marco de la autodeterminación, como nación independientes que lucha por su soberanía nacional.
La actual crisis y conflicto que se desarrollan en el país, demandan de las universidad de El Salvador, un compromiso histórico al servicio de las mayorías populares, para lo cual, las instituciones de educación superior tienen que tomar la desición de cambiar, iniciando procesos de reforma universitaria a través del desarrollo curricular, de sus facultades y carreras, aun de las universidades privadas.
Las desafiantes realidades han exigido de la Universidad de El Salvador profundos virajes en la reconversión intelectual, para ponerse a tono con las grandes y urgentes necesidades de las sociedad en general y las mayorías populares en particular, asumiendo el papel que le corresponde desarrollar a través de la sistematización y producción de información, conocimiento, cultura, ciencia y tecnologías para aportar soluciones a los diversos problemas que más afectan al país, tanto en el final de la guerra civil, como durante la transición, reconstrucción nacional y la formulación de un modelo de desarrollo nacional, con consensos de nación básicos, en el que participen todos los sectores del país.
Por tanto, la universidad asume una mentalidad de cambio, y se replanteo mediante la implementación de su proyecto político, traducido en políticas de transformación académica, que han fortalecido las funciones que le corresponde realizar, con excelencia y compromiso, como lo son: la investigación, la docencia y la proyección social.
Como Universidad de El Salvador, se está implementando un proceso de reforma y cambios curriculares, con una clara opción preferencial por las mayorías populares de la sociedad salvadoreña.
El texto que aquí se presenta, recoge las perspectivas y teorizaciones de este gran proceso y en él, se abordan sin reservas la dimensión política de la universidad, la concepción, enfoque y métodos de la reforma curricular, desde la visión de esencia y papel social que le compete a la institución, que llevaron a la universidad a plantear su proyecto político, convergente con las necesidades históricas de la sociedad; del cual, se derivan las políticas, programas y procesos de cambio institucional a nivel académico - administrativo y como un aporte, para la discusión y el debate, en este seminario taller con partidos políticos, representados en la asamblea legislativa, y organizado conjuntamente, por las Autoridades de la Universidad de El Salvador, se plantea este documento para su análisis y reflexión.
POLITICIDAD EN LA RECONVERSIÓN ACADÉMICA DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
La Universidad de El Salvador, constituye una realidad política que nadie puede ni debe ignorar, lo cual, no significa que le incumba o tenga que asumir una opción partidaria, pues eso sería subordinar lo académico a lo político, desvirtuando con ello mismo, la esencialidad de la politicidad universitaria, expresada abiertamente desde su misión académica que no oculta, como lo son sus funciones inherentes de centro de educación superior que construye la excelencia por medio de la investigación, la docencia y la proyección social.
Como Universidad de El Salvador, somos claros, honestos y sinceros, al afirmar que la universidad que estamos construyendo, no está divorciada de la realidad, de la lucha que como parte de la sociedad nos exige a no ser espectadores si queremos alcanzar y coadyuvar en la construcción de una sociedad auténticamente democrática, pluralista y participativa.
No hablamos entonces de una universidad neutral o imparcial, tampoco de una alma mater instrumentalizada como lo ha sido en algún momento por distintos actores del país, al servicio de un gobierno, partido político o fuerza social en particular, sino de un nuevo concepto de universidad cuya inserción en la realidad sean legítimamente universitarias que le permitan ser ciencia y conciencia crítica de la sociedad y el mundo, en un marco de pluralismo ideológico y estar al servicio de un proyecto de desarrollo nacional concertado. Pero somos explícitos y concretos en esto, pluralismo y democracia no es sinónimo de manoseos, componendas y repartición festinada de cutas de poder en la universidad.
No significa, subordinar el desarrollo académico – científico autentico de la universidad, a la hegemonía partidaria de nadie.
Por pluralismo político y democracia entendemos, la existencia de espacios reales para la expresión y libre circulación, de todas las corrientes ideológicas y fuerzas políticas conforman la realidad socio – histórica nacional, como la necesidad de influir y configurar colectivamente el ser mismo de la universidad por la diversidad de la sociedad salvadoreña, respetando absolutamente su especificidad y reconociendo su opción institucional, por las mayorías populares.
CONCEPCIÓN DE LA REFORMA UNIVERSITARIA Y DEL DESARROLLO CURRICULAR DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
La Universidad de El Salvador, no debe ni tiene, que existir como simple espectadora de los grandes acontecimientos históricos, forjados con la lucha y sangre del pueblo.
La Universidad de El Salvado, constituye una realidad política que nadie debe de ignorar, lo cual, no significa que debe a tenga que asumir, una porción orgánicamente partidaria con nadie, pues eso sería subordinar lo académico a lo político, desvirtuando con ello mismo, la esencialidad de la políticidad universitaria, expresada a través de su misión académica por medio de sus funciones de investigación, docencia y proyección social.
Pero debemos de ser claros, sinceros y honestos, la universidad que estamos construyendo, no está divorciada de la realidad. Ha asumido un compromiso indisoluble, con las mayorías populares del pueblo salvadoreño por lograr una autentica democracia pluralista, participativa y un nuevo orden económico. No hablamos entonces de una universidad neutral o imparcial, tampoco de una universidad instrumentalizada al servicio de un partido político o fuerza social en particular, si no que de un nuevo concepto de universidad cuya inserción en la realidad sea a través de acciones legítimamente universitarias, que le permitan ser ciencia y conciencia crítica de la sociedad en un marco de pluralismo ideológico y estar al servicio de un nuevo proyecto de desarrollo nacional concertado.
Como punto de partida, hay que establecer algunos principios básicos para analizar en forma estructural y desde su esencia, el planteamiento de reforma Universitaria y cambios curriculares.
La Reforma Universitaria y las transformaciones curriculares de la Universidad de El Salvador en la actualidad, se articulan en un momento histórico dentro del cual, la lucha de clases en el seno de la sociedad, se libra de manera frontal, abierta y profunda. Su máxima expresión es el enfrentamiento de dos fuerzas beligerantes que reflejan la polarización de dos proyectos políticos, expresión concreta de dos opciones y modelos de sociedad.
La crisis estructural que en la actualidad vive la sociedad salvadoreña, se manifiesta golpeando con mayor fuerza a las clases trabajadoras.
La guerra, eje fundamental de la crisis, es determinante para que la economía nacional, esté ajustada a las necesidades y recursos demandados para el conflicto militar, desde luego, a costa del permanente deterioro de las condiciones de vida de las populares y la pérdida total de la soberanía nacional.
Los bajos salarios, y por ende la paupérrima capacidad adquisitiva; el galopante crecimiento de la tasa inflacionaria; la imposibilidad de reproducción ampliada de la fuerza de trabajo que tiene como consecuencia altos índices de desempleo, son claros indicadores de la situación de injusticia social y miseria en que se encuentra sumido actualmente el pueblo salvadoreño.
En el ámbito social, la crisis se expresa por la constante descomposición del sistema educativo nacional; crecimiento acelerado de las índices medios de analfabetismo; cierre de escuelas; inadecuadas condiciones de vivienda; alto costo de la canasta básica familiar; elevados incrementos a los servicios del Estado; altos niveles de mortalidad infantil; alta prevalecía de enfermedades infecto contagiosas; deterioro total de los centros de salud pública; acceso selectivo a los centros de salud privados; cierre de fuentes de trabajo; despidos masivos de trabajadores y el desarrollo demagógico de proyectos y programas sociales, culturales y educativos contrainsurgentes.
En lo político la crisis se evidencia claramente en la profundización y generalización de la guerra, tanto en lo rural como en lo urbano; ello ocurre en un acelerado aumento de la escala represiva en contra del movimiento popular, y de todas aquellas expresiones de oposición política; se da a la vez en un mayor deterioro y rápida profundización de las violaciones de los derechos humanos este fenómeno toma formas concretas en la persecución, desaparecimientos, capturas, torturas y asesinatos de líderes del movimiento sindical, de cooperativistas, miembros de organizaciones humanitarias, sociales y gremios universitarios; se realiza además en el montaje de campañas difamatorias, bombardeo ideológico a la población civil, a través de la monopolización total de las ciudades; también el cierre de espacios políticos; asimismo, la injerencia directa de los Estados Unidos en la planificación, conducción y financiamiento de la guerra contrainsurgente, y por ende, pérdida de la soberanía nacional.
Las posibilidades de solución a la crisis nacional se pueden plantear desde dos perspectivas:
Por una parte el proyecto contrainsurgente reformista, planificado, dirigido y financiado por los Estados Unidos e impulsado en El Salvador a través de la Democracia Cristiana y la fuerzo armada; su base fue sustentada en la estrategia de guerra denominada de baja intensidad, caracterizada por diversos componentes de la guerra a nivel militar, como social.
El desarrollo de las reformas agraria, bancaria y del comercio exterior, así como, de la apertura de espacios políticos, tuvieron como objetivo disputarle el apoyo popular a la insurgencia; esto, llevaba el fin de vencerla estratégicamente, a través del aislamiento de su accionar militar interno y político – diplomático internacional. Sin embargo, con todo el esfuerzo puesto de manifiesto por los Estados Unidos y más de siete mil millones de dólares, no fueron suficientes para mantener un proyecto que por su inviabilidad histórica fue neutralizado, desarticulado y derrotado.
Con el ascenso de la oligarquía, a ejercer directamente el poder y el control absoluto de los órganos del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) la burguesía salvadoreña, imprime su propio sello y estilo particular en la conducción de la guerra, en el modelo económico neoliberal y en el accionar político en general. No obstante lo anterior, esto no significa la derrota definitiva del proyecto contrainsurgente norteamericano, que con la toma del poder total, por la oligarquía se está cambiando la fachada, el estilo, pero no la esencia. En lo fundamental, se pretende continuar con el conflicto de baja intensidad, mediante la intervención directa de los Estados Unidos en la tomo de decisiones. Pero son de tomar en consideración las concesiones y espacios de maniobra otorgados a la oligarquía; estos elementos han profundizado los niveles de represión total, el cierre completo de los espacios políticos conquistados por la lucha del movimiento popular; y la agudización de la violación de los derechos humanos. Asimismo, se han creado fuerzas paramilitares especiales, y se ha desarrollado una red de espionaje.
En lo económico, el proyecto administrado por la oligarquía busca la reactivación económica, a través de la inversión de la libre empresa y de la liberalización o reprivatización de los rubros fundamentales de exportación. Ha propiciado además un reajuste estructural de la economía nacional a través de una devaluación deslizada de la moneda, y el incremento en el costo de los servicios básicos directos del Estado, con los costes de un deterioro mayor de las condiciones de vida de las mayorías populares.
Las pretensiones actuales del proyecto oligárquico, no han valorado o no entienden que la dinámica y desarrollo actual de la guerra no dependen de su accionar; pero sí, de las estrategias y tácticas de guerra aplicadas por la insurgencia, por el curso de su accionar, nivel de operatividad y la presencia política de las fuerzas revolucionarias; así lo ha demostrado la ofensiva del mes de noviembre de 1989, por parte de la insurgencia, que con sólo cinco meses del actual gobierno, ha puesto en crisis al proyecto oligárquico – imperial.
La segunda posibilidad de solución, a la crisis nacional, la constituye precisamente el proyecto democrático – popular planificado, impulsado y desarrollado por las fuerzas insurgentes, las organizaciones representativas del movimiento popular y apoyado por importantes sectores del pueblo en general. Proyecto con viabilidad histórica en construcción que busca propiciar profundas transformaciones económicas, políticas y sociales, con lo que se crearían las condiciones para una autentica democracia real, pluralista, flexible y participativa, que promovería la justicia social y el pleno respeto a los derechos humanos. Que lucharía por el rescate de la soberanía nacional; y el derecho a la autodeterminación de los salvadoreños, para trazar su propio camino y escoger la vía de desarrollo económico que como pueblo lo llevará hacia un mejor futuro.
Ante el cuadro trazado por la realidad social salvadoreña y las soluciones planteadas, la historia de la lucha más reciente del pueblo, está demostrando grandes posibilidades de concreción a corto plazo para el proyecto popular, ya sea lo anterior, por la vía del diálogo – negociación.
Es indiscutible que la Universidad no puede estar de espaldas a la historia como simple observadora de los autores que con su lucha inclaudicable escriben la nueva historia.
La Universidad de El Salvador, como parte de una sociedad concreta e histórica, no puede estar al margen o por encima de las luchas y contradicciones vigentes en el seno de la sociedad; juega “un papel conservados o revolucionario, pero de hecho no deja de jugar algún papel”. Por tanto en el marco de un país capitalista dependiente, profunda y radicalmente dividido por la agudización de la lucha de clases, corresponde a la Universidad desarrollarse en el marco de esas contradicciones de clases; contradicciones que se reflejan en su interior, con las particularidades propias de una institución de educación superior inorgánica o en disputa, formada por estudiantes, docentes y trabajadores administrativos, cuya composición ideológica es heterogénea, y por eso manifiestan y representan el abanico de aspiraciones e intereses de las clases sociales enfrentadas en el contexto nacional.
Los diferentes sectores universitarios expresan los intereses vigentes en la sociedad, propugnados por una de las fuerzas beligerantes; lo cual, se manifiesta en muchas ocasiones de manera vedada, a través de la desaplicación al trabajo y el poco interés que brindan a las actividades universitarias, ya sea en el campo académico – científico, en tareas de proyección social o gremiales. Dichos sectores conservadores y más atrasados, aparentemente desmovilizados y academicistas, ya sea de manera consciente o inconsciente, asumen una posición de clase; y lo hacen en defensa del modelo dominante vigente, al sustentar posiciones de un profundo contenido ideológico y político. Sus concepciones expresan la lucha pasiva por la aspiración de un proyecto universidad – claustro. Esas concepciones expresan en la práctica universitaria, una supuesta neutralidad de la educación, la ciencia, el arte, la técnica y la cultura. Es indiscutible que los argumentos esgrimidos por las fuerzas conservadoras son una forma muy sutil de minimizar el potencial social de la Universidad, al servicio de las mayorías populares.
Al respecto, la educación no es neutral, por mucho que se le declare al margen del proceso histórico que vive el país. Especialmente la educación superior universitaria está enmarcada en el ámbito de la política, constituyendo un enconado campo de batalla y disputa ideológica; asume desde su propia especificidad, una opción y una posición política de partido. Declarar neutral la ciencia, el arte y la cultura que circula, transmite, elabora, sistematiza y se desarrolla en la Universidad, es una expresión concreta de la ideología dominante; ésta, tras la fachada del cientificismo positivista, pretende ocultar la politicidad que encierra.
En una sociedad, donde la inmensa mayoría está constituida por las clases trabajadoras, quienes son explotadas por un puñado de oligarcas, la ideología de la neutralidad viene a inscribirse como bandera de batalla enarbolada por los sectores e ideólogos de la oligarquía; se constituye en una forma audaz de frenar el proceso de desarrollo universitario. En consecuencia no cabe duda alguna de que los proyectos políticos en disputa en la sociedad, mantienen presencia al interior de la Universidad; y que tiran por la borda las utopías de quienes sueñan una universidad descontaminada y desinfectada de la política y de la ideología en general.
Para un análisis profundo de la Universidad de El Salvador, que permita la revelación de la esencia de las contradicciones nodales a su interior en las áreas académicas, administrativa, de democracia interna y ejercicio del poder en la institución, así como de su marco jurídico legal actual, es necesario introducirse en la dialéctica del proceso universitario, en sus múltiples relaciones con el proceso de transformación social.
En este sentido, es necesaria la definición de las condiciones objetivas y subjetivas con que cuenta la Universidad en cuanto, a la factibilidad real y no utópica para desarrollarse en el marco de las contradicciones de clase inherentes a ella; para eso precisa de las posibilidades reales de materializar una gran política de renovación universitaria, ejecutada ésta en el viraje académico – científico y administrativo, de cara a contribuir más directamente a la solución de las grandes necesidades y problemas de las mayorías populares. Para tales efectos es indispensable trazar el cuadro exacto, preciso y justo que presenta la realidad universitaria en su más genuina y auténtica expresión actual, y en relación con la realidad nacional.
La viabilidad del proyecto histórico universitario, sólo es posible analizando en su totalidad los factores objetivos; es decir la dinámica y condiciones de la realidad social que pueden neutralizar, desarticular y derrotar el proyecto de Reforma Universitaria; o por el contrario, favorecer y fomentar el desarrollo del mismo.
La Universidad, en cuanto a su proyección en la sociedad, debe tomar en consideración para definir su estrategia, a fin de elaborar su programa y el conjunto de tácticas de su desarrollo específico, las condiciones actuales de reajuste y recomposición que sufre el proyecto contrainsurgente en su ejecución; debe asimismo, valorar con precisión los espacios sociales y políticos disponibles y factibles de disputar, tomar en consideración el estilo y naturaleza de las acciones que objetivamente está en capacidad de hacer, analizando y definiendo con justeza la capacidad y perspectivas de maniobra que tiene la Universidad, en relación con el escalamiento o desescalamiento de la guerra.
En cuanto a los factores subjetivos que son los que corresponden a su naturaleza interna, al estado actual en que se encuentra en lo académico, administrativo y legislación; en cuanto, al proyecto histórico asumido por la Universidad, su opción popular, exigen de ella un profundo análisis y examen crítico de su papel real, plantean una valoración autocrítica de lo que actualmente es, contrastando así la declaración espectacular de principios doctrinarios político – filosóficos con las estructuras obsoletas, escolásticas, estáticas y fragmentarias actuales. Debe destacar asimismo, los cambios que son necesarios para renovar la Universidad, convergente con la misión histórica que se ha trazado.
En todo el marco anterior, es necesario revalorar críticamente el bajo nivel intelectual y académico de los cuadros universitarios, expresados en varios aspectos, como: la mediocridad de la docencia, la escasa existencia de investigaciones científicas, la falta de comprensión y ausencia de interés por comprender en su correcta concepción el significado doctrinario del principio de proyección social; la carencia de una concepción definida sobre la esencia y papel de la planificación en el marco de las actividades universitarias, la burocratización e ineficacia de la gestión administrativa, la falta de una política laboral que erradique el oportunismo y el clientelismo.
Para articular la institución, con un gran proceso de Reforma Universitaria que refleje a su vez las transformaciones ocurridas en la sociedad y las nuevas necesidades surgidas en los sectores populares, es necesario plantear e intentar esclarecer, algunos problemas cardinales que constituyen la piedra angular de la renovación institucional.
En tal sentido, definir la naturaleza, la esencia de la Universidad de El Salvador y el papel o función social que le corresponde desarrollar, constituye el primer problema nodal por debatir y resolver en el seno de la institución; esto, a través de la discusión y consultas permanentes entre la dirigencia y las bases universitarias, cuestión que reviste características filosóficas o teórico – conceptuales.
Plantear objetivamente, un proyecto universitario que dé respuesta a las necesidades históricas del un proyecto social – nacional de carácter popular, valorando con exactitud el papel actual y potencial que puede desarrollar la Universidad, tanto académica como políticamente, constituye un segundo gran problema de características estratégicas.
El tercer gran problema, mucho más concreto y que por tanto, algunas veces parece mucho más complicado, está orientado a la dinámica institucional. Orientado a la manera de cómo se definen las estructuras, mecanismos, métodos, procedimientos operativo – institucionales, para desarrollar la gran política universitaria; política de cara a fortalecer la unidad de los diversos sectores que interactúan en torno al proyecto histórico (político), que se propone impulsar la institución. Planteado así, el problema adquiere un carácter táctico.
ESENCIA Y PAPEL SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
En el marco filosófico, político, ideológico y académico sobre el cual, debe sustentarse el proceso de reforma universitaria y cambios curriculares, en general promovido en las diversas facultades y unidades académicas en particular, está determinado por la opción y principios fundamentales asumidos que definen la naturaleza y compromiso de la Universidad.
La esencia de la Universidad de El Salvador, se expresa en los cuatro conceptos fundamentales que determinan su razón de ser, y la definen como popular, democrática, libre y humanista. En consecuencia, todo cambio curricular y transformaciones administrativas y de la legislación vigente, debe ser convergente e integral. Contribuir a materializar la opción, compromiso y finalidad universitaria con el pueblo salvadoreño y la sociedad en general.
Lo popular de la Universidad de El Salvador, se expresa en términos filosóficos, entendiéndose como, la identificación preferencial de la institución con los intereses, ideales y aspiraciones fundamentales de las clases trabajadoras, que configuran los sectores populares; a éstos deben subordinarse los intereses individuales de los grupos sociales minoritarios. El principio de lo popular debe radicar en la búsqueda constante, permanente y sostenida por reivindicar científicamente los intereses de las masas del pueblo, materializada en los trabajadores, productores de riqueza social, material y espiritual. Así será extendida a aquellas clases sectores sociales o clases minoritarias que supeditan sus intereses a los de las mayorías.
Por tanto, el material que nutre la transformación de la Universidad de El Salvador y la construcción de la nueva Universidad popular, encuentra su sentido y esencialidad en el pueblo mismo. Determinándose su primera exigencia, enmarcada en el aporte y contribución científico – académica, en la defensa y objetivación de los intereses fundamentales que le son negados o violados.
Es importante destacar, que sería imposible construir la Universidad popular si este principio se absolutizará, sin tomar en consideración una nueva concepción y práctica de la democracia en la institución. Por tanto, conceptuar el principio democrático de la Universidad y caracterizar todos los elementos que lo configuran, es de primer orden para captar la esencia de la Universidad a que se aspira.
El principio democrático de la Universidad, debe establecerse al reconocer el hecho de que forma parte de una sociedad antidemocrática, marginante, discriminadora y excluyente. Y que en gran medida no puede evitar la reproducción en su interior, de los esquemas y prácticas antidemocráticas excluyentes y discriminadoras actuales. Sin embargo, su máxima aspiración y todos sus esfuerzos deben estar encaminados a que dichos esquemas de la cultura de la dominación, se reproduzcan lo menos posible en su interior. Lo hará luchando desde su esencialidad académica, por erradicar las estructuras y valores que conduzcan a cualquier forma de dominación y a negar en la praxis de la vida universitaria, la libertad, la justicia y la igualdad de oportunidades.
La Universidad democrática debe ir construyéndose en el proceso de transformación, a medida que los cambios se vayan profundizando. Debe ser capaz de generar en su interior, una experiencia autentica y genuinamente democrática que forme parte del hacer cotidiano en la institución, y una práctica común en las relaciones que medien entre los diferentes gremios e instancias de la misma.
Lo popular y lo democrático son principios esenciales, cuyo desarrollo se acentúa y se realiza aún más con la definición del principio de libertad.
En su proyecto histórico, la Universidad de El Salvador debe conceptuar la libertad, fundamentada en el ser humano como valor supremo; a su vez, definir la ciencia como fuerza e instrumento para coadyuvar en el logro de la plena libertad del ser humano. Así, en la relación libertad – ser humano – ciencia, a la ciencia le corresponde asumir la misión que permita trazar el camino para la liberación definitiva de la sociedad.
La Universidad debe promover y desarrollar las posibilidades de proporcionar a la sociedad, las potencialidades de utilizar y aplicar los conocimientos científico – tecnológicos por el ser humano, de manera consciente en su actividad de praxis laboral.
No obstante, el ideal universitario, debe reconocerse las limitaciones objetivas que imponen las relaciones de producción vigentes en la sociedad capitalista, que subordinan y esclavizan a la ciencia, volcándola a favor de las clases hegemónicas. Sin embargo, no soslayando lo anterior, la lucha por una ciencia para liberar al ser humano de la dominación de su entorno socio - natural y de las cadenas que le impone el mismo ser humano, debe ser la estrategia por impulsar de parte de la Universidad; desde luego, con el objeto de propiciar el mayor bienestar social posible para las mayorías populares.
El concepto de libertad tropieza con los obstáculos impuestos a una autonomía universitaria restringida, que limita la praxis transformadora de la institución.
De los principios ya analizados y conceptuados del proyecto histórico universitario, se deriva como consecuencia lógica, el cuarto principio, el del humanismo científico. Una universidad popular, democrática y libre carece de sentido si no contempla una dimensión del humanismo, que haga la lucha por el pleno desarrollo humano; que posibilite la búsqueda de la realización integral, omnilateral a través de la contribución permanente para conquistar condiciones materiales y espirituales de vida, favorables a la esencia humana.
En síntesis, la Universidad debe conceptuar el humanismo como la lucha por romper con todas aquellas formas de dominación, explotación y opresión de las mayorías populares por las minorías, para garantizar condiciones de vida favorables a toda la sociedad, y no únicamente a una pequeña parte de la misma.
Los cuatro principios fundamentales que constituyen la piedra angular para la construcción de la nueva Universidad, no aseguran por sí mismos, que este hecho se produzca como por arte de magia. Las dificultades por enfrentar en el marco de las contradicciones internas y externas son muchas; y la única garantía que existe para que la institución cumpla con su misión histórica, son todos los sectores progresistas: estudiantes, docentes, trabajadores administrativos y de servicio, aglutinados en un solo frente, en el marco de una amplia alianza, sin dejar de soslayar las diferencias e intereses específicos de cada uno de los sectores.
El proyecto político educativo que plantea la Universidad, solamente puede ser materializado garantizando que los procesos de reforma y cambios curriculares no se desvíen, neutralicen o se desvirtúen de los principios fundamentales que orientan el desarrollo universitario.
Lo anterior exige de todos los universitarios progresistas, consecuentes y con una visión académica científica identificada con las luchas populares, organizarse en un solo frente académico. Mantener una actitud participativa, crítica y vigilante, no permitiendo que los enemigos de la Universidad, con una concepción burguesa de la ciencia y la cultura, asuman la conducción de la Reforma, con el único propósito de imprimirle su propio contenido ideológico de clase; o para neutralizar, desvirtuar y desmovilizar el papel de ésta, y la manera de cómo, asume su responsabilidad histórica en el contexto de la sociedad.
PROYECTO UNIVERSITARIO Y LAS NECESIDADES HISTÓRICAS DE LAS MAYORÍAS POPULARES SALVADOREÑAS
De hecho, el proyecto universitario de reformas y renovación curricular, tiene razón de ser únicamente al articularse con la multiplicidad de problemas y necesidades que afrontan la sociedad en su conjunto y los sectores populares. Debe ser una respuesta universitaria a la crisis nacional, identificarse con las grandes necesidades sociales del pueblo; en consecuencia, cualquier reforma académica o administrativa, así como, toda iniciativa de cambios curriculares, únicamente tiene sentido si contribuyen a desarrollar, establecer vínculos y relaciones recíprocas con el proyecto democrático - popular - nacional.
La relación Pueblo – Universidad no tiene que ser únicamente una relación teórica o una aspiración abstracta. Debe ser concreta y práctica: cada acción universitaria debe contribuir a un acercamiento cada vez más unitario de la Universidad con el pueblo. Al plantear este enfoque de las relaciones Universidad – Pueblo, no debe de caerse en posiciones demagógicas al asignarle tareas que la institución no pueda cumplir. Tampoco ser utópico al creer ingenuamente que a la universidad le corresponde protagonizar y constituirse en la vanguardia de las transformaciones sociales, cayendo en el aventurerismo revolucionario, y en la tesis universidad – partido, que tanto daño le ha producido a la institución; aunque de hecho, la universidad debe de ocupar un sitio importante al lado de las mayorías populares, en la lucha y conquista de la democracia real.
El objetivo estratégico en las relaciones Universidad – Pueblo consiste en lograr el enlace, la vinculación e identificación plena entre el estudio y el trabajo; la integración de la educación a la vida, expresándose por medio de la praxis política, cuya orientación ideológica se manifieste a través del papel y contenido de la educación.
El encuentro de la Universidad de El Salvador con el pueblo, la ligazón real, solamente será posible cuando la institución supere el conocimiento rígido, especulativo y dogmático que promueve; cuando trascienda de los formulismos de las consignas, de las verdades absolutas y abstractas. Este reencuentro Pueblo – Universidad sólo será factible cuando la institución inicie un cuestionamiento serio, honesto, científico, desalienado de los problemas más candentes que afectan de manera estructural a la sociedad salvadoreña.
En un proceso de transición social, como el que vive la sociedad salvadoreña, la Reforma Universitaria y por ende el currículum, no deben ser considerados estrechamente como un proyecto educativo con implicaciones políticas; por el contrario, la Reforma y los nuevos currículum de la Universidad de El Salvador tienen que se valorados como proyectos políticos con implicaciones educativas, desde luego, sin que esto signifique abandonar el trabajo académico ni asumir funciones abiertamente políticas por la institución; pues, sólo definiendo de esta manera la relación que guardan lo político y lo académico en el proyecto curricular, se recobra la auténtica dimensión educativa del proceso y esto, debido a que el marco en que se plantea el viraje universitario no tiene que limitarse a una simple revisión o actualización de planes y programas de estudio. La renovación plantea trascender la dimensión pedagogista referida a la elaboración y perfeccionamiento técnico de la construcción curricular, puesta de moda por la tecnología educativa.
Se busca ir más allá de la simple modernización que se reduce a la incorporación de nuevos métodos de enseñanza; que se fundamentan en la introducción de nuevos modelos, métodos, técnicas e instrumentos de evaluación sofisticados y correspondientes a otro tipo de sistemas educativos, no se trata de un simple cambio de contenidos librescos sacados de los índices de cualquier manual. El currículum como tal, para contribuir a la solución de las necesidades de las mayorías populares de El Salvador, tiene obligatoriamente que trascender los marcos de la pedagogía; por que en esencia, el proceso no se reduce a la modernización de los pensum de materias; ni a quitar o agregar algunas asignaturas, menos a cambiar la ubicación secuencial en el plan de estudios, ni a sustituir prerrequisitos o a cambiar de nombre algunos cursos.
Tampoco se trata de sobrecargar los cursos de contenidos tecnicistas, divorciados de la realidad del país, los cuales, en nada contribuyen para la formación del nuevo profesional que demandan las circunstancias históricas actuales, y que reclaman las necesidades del país de cara al futuro.
Los procesos de renovación, tienen que ser mucho más profundos; y el proyecto universitario, definido íntegramente en el Plan de Desarrollo 1988 – 1992, es lo suficientemente amplio, claro y concreto para orientar los procesos de Reforma.
Toda reforma o cambio curricular, debe fortalecer en la praxis la unidad Pueblo – Universidad; y en el caso de la Universidad de El Salvador, permite que la razón de ser de ésta, todo aquello que le da sentido y a lo cual, se debe integralmente, sean las mayorías populares. Su primer deber y su primera exigencia están entonces en su contribución a la defensa y materialización de los intereses fundamentales de este pueblo, así como sus auténticas y legítimas aspiraciones”. En tal sentido, cualquier intento de reforma curricular que no sea convergente, ni tienda a fortalecer la vinculación Universidad – Pueblo, estará fuera del marco doctrinario definido por la institución; también estará desligado del contexto histórico que exige el proceso de transformación social actual.
POLÍTICA UNIVERSITARIA, REFORMAS Y
CAMBIOS CURRICULARES
Es indiscutible, que las reformas y cambios curriculares en el seno de la Universidad, tienen que impulsarse en el marco de contradicciones de clase, manifiestas especialmente a nivel ideológico; lo que sale a la luz, al enfrentarse intereses contrapuestos, sustentados y definidos entre los sectores conservadores y las fuerzas progresistas.
El problema que se plantea, adquiere características muy complejas y enfrenta algo muy concreto en el proceso de cambio. Hace referencia a la forma en que la Universidad debe planificar y conducir las reformas, buscando garantizar en la práctica la opción asumida. En efecto, se planea la necesidad de determinar las estructuras académico – institucionales responsables en la conducción del cambio, la definición de responsabilidades, funciones y jerarquías de las diferentes instancias ya existentes.
Asimismo, tomar decisión sobre la creación de nuevas estructuras u organismos, tanto académicos como administrativos, con el objeto de acelerar el cambio. En este mismo contexto se plantea la necesidad de abrir nuevos espacios para la discusión, la consulta constante, el análisis abierto con las bases universitarias; todo con el fin de debatir y hacer un replanteamiento, si es necesario, sobre los métodos, mecanismos y procedimientos definidos por la institución, para garantizar las profundas transformaciones que se busca poner en marcha.
Este conjunto de aspectos enunciados, hacen una clara alusión a la traducción de las estrategias, en tácticas elaboradas y aplicadas de acuerdo con las condiciones que van presentándose durante todo el camino del cambio.
La dimensión del problema que se analiza es dinámica, y exige una constante valoración del trabajo, una permanente evaluación de las políticas universitarias; las reformas exigen un desarrollo curricular efectivo, la unidad del pensamiento y la acción de las fuerzas progresistas. Requiere de una clara estrategia política, para construir la unidad de todos los sectores que simpatizan con el proyecto de Reforma Universitaria.
La política de la Universidad debe incluir una clara definición de los grandes lineamientos y orientaciones de trabajo, las cuales, deben ser retomadas en su espíritu filosófico; luego traducirse operativamente en forma concreta, en acciones que conduzcan a la transformación. Lo que estará de acuerdo con la especificidad y naturaleza que adopte la Reforma, en las realidades y particularidades que presentan en la actualidad cada una de las facultades, centros regionales y unidades académicas.
DESARROLLO CURRICULAR UNIVERSITARIO:
EJE FUNDAMENTAL DE LA REFORMA UNIVERSITARIA
La Universidad es una institución esencialmente académica cuyo objetivo y accionar político deben alcanzarse a través de acciones académicas.
Antes de entrar en detalle al análisis respectivo del planteamiento curricular, es necesario esclarecer las relaciones, nexos y concatenaciones existentes entre Reforma Universitaria y desarrollo curricular, con esto se persigue evitar confusiones o el hecho de identificar, como la misma cosa, ambos procesos de transformación universitaria.
En este marco debe entenderse el currículum en relación con la Reforma, como la fuerza motriz que abre espacio en el seno de la universidad al viaje académico; como el conjunto de causas que posibilitan todas las reformas en las áreas educativa, administrativa, en el marco jurídico normativo y en la democratización de la institución.
El desarrollo curricular contiene tres ejes fundamentales, los cuales se constituyen en elementos esenciales, cuyo papel es determinante en el viraje institucional.
El currículum expresa un eje histórico social (proyecto político – pedagógico); un eje educativo y un eje metodológico de la reforma; lo cual significa que sin un nuevo proyecto curricular como expresión genuina del cuadro trazado por la realidad social, cualquier tipo de modificación pedagógica en el contexto de los viejos planes de estudio carece de importancia real. Son obsoletos, abstractos y se constituyen en parches académicos, en remiendos que en el mejor de los casos contribuyen a mejorar lo que no sirve; a dar vida precisamente a aquello que quiere transformarse.
Sin un proyecto político – pedagógico (curricular) cualquier reforma administrativa o en el marco jurídico de la institución, cae en el abstraccionismo; lo cual, se debe a que tanto, la administración como lo jurídico, deben responder, estar en función y subordinarse a las necesidades y exigencias de un proyecto académico.
Con las valoraciones planeadas puede definirse entonces la Reforma Universitaria, como el conjunto de cambios estructurales y orgánicos en el seno de la universidad, lo cual significa poner a tono la institución con la sociedad proyectarla para las necesidades el futuro.
En síntesis, cabe definir las relaciones entre Reforma Universitaria y desarrollo curricular como dos procesos de un mismo todo, interactuantes e interdependientes, y determinantes recíprocamente. Donde se establece un enlace dialéctico, debido a que en la medida en que se desarrollan los cambios curriculares, se crean las condiciones iníciales para la Reforma Universitaria; y a su vez, en las medida en que se concreta ésta, se profundizan los cambios curriculares en toda su dimensión esencial.
El currículum universitario como proyecto político, en tanto es proyecto social traducido a un planteamiento educativo, constituye el eje articulador entre la educación superior universitaria y las necesidades histórico – sociales del pueblo, vigentes en el contexto nacional. De tal forma que, muy por el contrario a las concepciones erróneas ampliamente difundidas en la universidad, e inclusive muy arraigadas en algunos sectores progresistas, no puede reducirse el proceso de cambio curricular, a un simple documento elaborado por técnicos en currículum desde un escritorio; o sólo dentro de la Universidad, cuya realidad referencial es reducida a los límites intramurales de la institución. Por otra parte, tampoco debe confundirse ni identificar equivocadamente el plan de estudios con el currículum; aquel constituye un elemento fundamental, una de las fases dentro del proceso curricular, pero no la única ni la más importante.
En torno a la problemática curricular, que se plantea en la Universidad y las concepciones erróneas o parcialmente ciertas, muy generalizadas y difundidas en las comisiones, organismos y sectores responsables de la elaboración curricular, se hace necesario hacer algunas consideraciones; plantear ideas que aporten nuevos elementos de juicio y para la discusión, con la finalidad de corregir las desviaciones que en el proceso de cambio se han evidenciado; lo cual, puede causar la neutralización del proceso.
Es obvio, que en amplios sectores de la Universidad, no se tiene una definición justa, precisa, clara ni objetiva de los alcances de la renovación curricular, como línea estratégica institucional para la concreción de su proyecto histórico; no se logra identificar qué es el currículum, ni mucho menos precisar cuál es el ámbito universitario que él absorbe, como nexo concatenante de la relación Universidad – sociedad.
Algunos sectores universitarios le niegan la importancia, porque erradamente consideran que el marco de acción curricular se circunscribe al proceso de enseñanza – aprendizaje, reduciéndolo a su vez a las acciones desarrolladas en las aulas; creen que hacer currículum es modificar planes de estudio, o realizar un análisis detallado de asignaturas, soslayando su valoración real; además se caracterizan con un pensamiento educativo desligado de la realidad y del proceso histórico actual. En consecuencia puede afirmarse que no hay una clara conciencia del significado del cambio curricular, ni la capacidad científica, técnico – pedagógica necesaria aun.
La elaboración curricular, debe definirse como un espacio en disputa por materializar un proyecto universitario, cuya orientación, contenido y valor social en última instancia, depende de la capacidad y audacia para acumular fuerza social al interior de la Universidad y hegemonizar en la correlación de fuerzas que se presenta.
En este marco de análisis, puede identificarse claramente que los sectores conservadores oponen una marcada resistencia, al mínimo cambio que quiera impulsarse en el seno de la institución; se amparan en muchas ocasiones, bajo la bandera de la legalidad; se aprovechan de una legislación rígida y obsoleta que se diseñó de manera apresurada para normar jurídicamente el modelo de universidad claustral y napoleónica que se pretende transformar.
Pero, ésta no es la única manera de obstaculizar el cambio, pues adoptan una multiplicidad de formas muy sutiles, que muchas veces no son perceptibles si no se tiene una profunda claridad político – pedagógica de lo que está haciéndose; si no se interpreta el significado antiuniversitario de estos sectores que aparentemente apoyan el proceso de cambio con frases radicaloides, pomposas y altisonantes, pero en la práctica, ya en el momento de la acción, cuando se trata de aceptar compromisos y riesgos, los evades con posiciones vacilantes; son ellos quienes en la realidad ofrecen los mayores obstáculos para el desarrollo curricular, y se constituyen en los enemigos peligrosos para las reformas.
Los sectores antiuniversitarios, cuya posición y acción de clase son evidentes, no manifiestan una sola forma de oposición; sólo adoptan diversos métodos como: la crítica destructiva, la resistencia pasiva, el desprestigio a los cambios impulsados y a quienes los hacen; no se comprometen y en nada participan, no asumen responsabilidad alguna en el proceso de reforma, y cuando lo hacen su tarea consiste en desmovilizar y neutralizar el trabajo. Estos mismos sectores, cuya función es atacar y criticar los cambios, realizan su trabajo desde afuera.
El currículum no se reduce a un conjunto de pasos válidos, procedimientos ni técnicas por aplicar en cualquier realidad y bajo cualquier circunstancia, tal como lo define el enfoque de tecnología educativa norteamericana, tan difundido y arraigado en los círculos docentes de la Universidad de El Salvador. El planteamiento de un currículum, que en general responda a los grandes problemas que afronta el país en general y al pueblo en particular, debe trascender las huellas del reformismo político, del eclecticismo cientificista que pretende conciliar diferentes enfoques conceptuales, académicos y políticos bajo la cantaleta de tomar lo mejor de cada uno de ellos; con lo que resulta una yuxtaposición, y en el mejor de los casos, una mezcla fragmentaria de corrientes; lo cual, únicamente beneficia a las fuerzas oscurantistas y conservadoras.
Debe identificarse y entender claramente, que los enfoques curriculares conocidos, promocionados e impulsados en la Universidad, con los cuales, se pretende hacer los cambios, discrepan mucho con la declaración de principios y el discurso ideológico que se maneja en el contexto de la institución y en casi todas las unidades académicas; tales enfoques no responden a la esencia de Universidad, que necesitan las mayorías populares. Esto se debe a que los modelos curriculares que han penetrado a la institución son elaboraciones teóricas, son producto de realidades histórico – sociales totalmente diferentes, donde la única misión que cumplen dichas universidades, especialmente las norteamericanas, es la de fabricar cuadros profesionistas para el sistema productivo de libre empresa en una sociedad totalmente diferente a la realidad que vive el país.
Es indiscutible que, en las condiciones actuales de la Universidad de El Salvador y la realidad a la cual, debe responder, ni los enfoques de la tecnología educativa, ni los enfoques eclécticos fragmentados pueden constituir el soporte metodológico para impulsar y sistematizar los cambios que se propone la Reforma Universitaria. Es necesario que a la luz de la riqueza que produce la práctica colectiva del pueblo, la Universidad desarrolle y sistematice su propio modelo de abordaje curricular; y que tal modelo sea convergente con las necesidades populares, y este a tono, con una pedagogía científica surgida en la práctica de nuestra propia experiencia histórica universitaria.
El desarrollo del nuevo sistema educativo de la Universidad de El Salvador es experiencia en proceso, la cual, debe valorarse y teorizar sobre la base de los resultados obtenidos, en las facultades o unidades académicas donde se han iniciado procesos de renovación; luego deben capitalizarse de ellos, todos los errores y desaciertos cometidos, así como, todas las bondades que el cambio vaya demostrando.
En síntesis, es necesario retomar todos aquellos elementos comunes y generales que pueden tener presencia en cada uno de los procesos de Reforma.
La Universidad de El Salvador debe construir su nuevo modelo de educación en la práctica, en la dialéctica misma de los procesos de cambio. La nueva educación universitaria, la Reforma en general y el currículum universitario, deben ser considerados como proceso dialéctico, donde queda reflejado un cúmulo de necesidades sociales preferencialmente de las mayorías populares. Por tanto, concebido así, este modelo, no puede verse acabado, estático ni diseñado en su totalidad. El proceso de elaboración y desarrollo curricular está en permanente cambio y transformación, su dinámica y flexibilidad exigen un proceso abierto en condiciones de asimilar los cambios de circunstancias, tanto sociales como universitarias. Por tal razón, en la medida en que las necesidades cambien, el proceso deberá cambiar para converger adecuadamente con la realidad.
En términos gnoseológicos, este planteamiento puede formularse de la siguiente manera: en la medida en que la realidad cambie, el currículum debe cambiar, debido a que el cambio curricular, debe ser el reflejo y expresión concreta de las modificaciones que se producen en el seno mismo, de la realidad. Cualquier proceso de cambio curricular al interior de la Universidad, debe captar en su esencia la tendencia del desarrollo histórico de la sociedad salvadoreña; lo cual, permitirá cohesionar en la columna verbal del currículum, las transformaciones estructurales fundamentales del proceso de cambio social. Esto permitirá mantener estable el núcleo central del diseño curricular.
El planteamiento curricular, como unidad de valoración de la realidad, no logra captar la totalidad de facetas que lo configuran; ello se debe a que la integración de los diferentes ejes que forman el currículum, únicamente es posible unirlos en la práctica. Por tanto, la ejecución curricular debe iniciarse con un planteamiento básico de primer acercamiento a la realidad.
Erróneamente, es muy difundida la idea entre comisiones curriculares, organismos universitarios, instancias gremiales y en la gran mayoría de la comunidad universitaria, que para dar inicio debe planificarse con sumo rigor y en términos formales, hasta el último detalle; desconociéndose así, que la eficiencia de la planificación curricular no se determina por el montaje académico formal. Que es la práctica como criterio de verdad, la que debe demostrar las debilidades, deficiencias, errores, aciertos y eficacia del modelo educativo. Es la práctica académica la que determina las partes del currículum que todavía necesitan de una elaboración más precisa.
El currículum, necesariamente, como expresión concreta de lo nuevo, se inicia con mucha fragilidad; se abre paso en un marco de contradicciones académicas, políticas, administrativas y jurídicas, planteadas en el contexto de la lucha ideológica de los diversos sectores que conforman la Universidad. Es la lucha de lo nuevo que emerge y se desarrolla en las entrañas del viejo sistema educativo, escolástico, dogmático, y pseudocientificista que muere.
En la Universidad existen dos caminos para la renovación curricular, los cuales pueden ser graduales o revolucionarios. Esto depende de la forma como la institución se articula al proceso de transformación social del país; asimismo, de la capacidad desarrollada, el grado de influencia real y los espacios conquistados por las mayorías populares al interior de la Universidad y en el contexto de la sociedad.
La dualidad de poderes presentes en la sociedad y la correlación de fuerza real en la Universidad, determinan que la vía escogida sea la gradualidad, el consenso mientras el proceso de transición social se mantenga y no exista una definición política a la crisis nacional.
En el marco estratégico de la gradualidad se encuentra una serie de obstáculos para impulsarse la transformación; y una de las dificultades más frecuentes con que tropiezan los procesos de cambio curricular, son las afirmaciones de que no existen especialistas en diseño curricular actualmente, y que en tal sentido es necesario formarlos primero. Obviamente este tipo de planteamientos, en la mayoría de los casos se constituye en envoltura de posiciones ideológicas; y en menor medida expresa una visión estrecha y limitada de cómo conciben el currículum; ignoran, rehúyen o rechazan el contexto doctrinal del proceso de renovación de la Universidad.
Bajo las condiciones en que la institución realiza su proceso de Reforma y los cambios curriculares, el éxito o fracaso dependen fundamentalmente de la firme voluntad política de las fuerzas progresistas, y de la capacidad para movilizar, aglutinar y cohesionar a todos los sectores universitarios en torno a la Reforma y al proyecto curricular.
La Universidad de El Salvador, de hecho reconoce las limitaciones técnico – pedagógicas, económicas, de infraestructura, etc.; pero a la vez, debe asumirse que no obstante estos factores son de mucho peso, no son fundamentales en la lucha universitaria por la edificación de su proyecto histórico.
Los especialistas para los cambios curriculares de la Universidad, deben forjarse en la práctica, deben aprender a planificar instrumentar y valorar qué es el currículum, sólo en la medida en que participan de la Reforma y desarrollo curricular.
La Universidad de El Salvador, y por ende cada una de sus facultades, centros regionales y unidades académicas, deben abandonar el camino de los discursos espectaculares, las frases pomposas o altisonantes; deben sí retomar desde su propia especificidad, las luchas por los legítimos intereses y aspiraciones de nuestro pueblo.
No más palabras espectaculares, sino acciones espectaculares.
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