INTRODUCCIÓN
Las universidades, en el contexto de una sociedad determinada, deben jugar un papel de primer orden, eso, a través del adecuado e histórico cumplimiento de tres funciones esenciales, que como centros de educación superior les corresponde desarrollar, así contribuyen a solucionar los problemas que más afectan a una sociedad en crisis. La investigación, la docencia y la proyección social, son las misiones e instrumentos inherentes a la especificidad de la universidad, por medio de lo cual, se explica en lo fundamental su politicidad.
No obstante, al inicio de la década del ochenta, con la intervención militar a la Universidad de El Salvador y su prolongado cierre, surge un nuevo fenómeno en la educación superior, éste, consiste en la masificación de las universidades privadas, que constituyen las premisas fundamentales para interpretar correctamente la crisis de la educación universitaria en El Salvador, las repercusiones de dicha crisis tienen incidencias directas en la totalidad social, así como, en la composición, organización y funcionamiento de cada centro educativo universitario.
Al enfocar el problema en el marco de una concepción filosófica, de un modelo de universidad científica, popular, democrática, participativa y comprometida con las grandes necesidades, ideales y aspiraciones de las masas populares, cabe formularse la siguiente interrogante: ¿están cumpliendo las universidades salvadoreñas, con las necesidades históricas que demandan los sectores populares, y el desarrollo social actual? La respuesta parece obvia; las universidades salvadoreñas se encuentran divorciadas de las necesidades sociales del pueblo y de la realidad histórica por la que atraviesa el país.
Es indiscutible, lo trascendental que resulta en la actualidad, polemizar y debatir sobre un tema, de tanta importancia social para el proceso de renovación y reforma que se desarrolla en la Universidad de El Salvador, en este momento histórico de transición social.
De tal manera, se vuelve insoslayable analizar críticamente, las posiciones políticas e ideológicas sustentadas por el ejército de “intelectuales” al servicio de las sectores económicamente dominantes; en tal sentido, tratan de vender una imagen distorsionada, abigarrada, caótica y anárquica de la Universidad de El Salvador, esgrimiendo los mismos argumentos gastados; en sus declaraciones políticas, intentan presentar la universidad como un foco de subversión, como un centro de adoctrinamiento, y en lo académico como una institución pasada de moda. En sus campañas propagandísticas y difamatorias en contra de la institución, pretenden aparecer como un centro de estudios de bajo nivel académico; además quieren hacer creer a la población estudiantil y a los padres de familia, que representa un alto “riesgo” estudiar en el Alma Máter; riesgo que no es compensado con la mala formación académica – científica.
Estas agresiones políticas llevan como objetivo fundamental, llegar a plantear a las universidades privadas como la mejor alternativa, pretenden con esto, enmascarar la situación deplorable en que se encuentra la “educación superior universitaria” que se “vende” en las universidades privadas; la transformen en una simple mercancía, que se oferta en el mercado, como cualquier otro producto de consumo; producto cuya circulación se determina por el valor de cambio y no por el valor de uso que representa.
De hecho, la crisis estructural de la sociedad salvadoreña se refleja al interior de la Universidad de El Salvador, y afecta su normal funcionamiento, lo cual, se traduce en una serie de problemas de carácter político, académico y administrativo, cuyo contenido, forma y expresión, son de orden esencialmente diferentes a la problemática de las universidades privadas.
No obstante, el marco de contradicciones en que se desarrolla la Universidad de El Salvador, se encuentra en la actualidad en un proceso de renovación; y lo hace, a través del viraje académico orientado por su proyecto histórico, cuya concreción se realiza por medio de las transformaciones curriculares que se están planificando, impulsando y ejecutando en las diferentes facultades.
En el desarrollo del texto, se plantean los antecedentes y fundamentación conceptual de la crisis en la educación superior universitaria, el contexto, características y determinantes, se analiza el surgimiento y desarrollo de las universidades privadas, como parte del conflicto de baja intensidad que vive el país, se reflexiona sobre el modelo pedagógico de educación bancaria y papel que asumen los estudiantes.
Se aborda la política del gobierno hacia la institución de estrangulamiento económico y por ende un bajo presupuesto de la universidad de el salvador que solo cubre el funcionamiento mínimo, finalmente se discute sobre la investigación, docencia y proyección social que hacen las universidades tanto la de El Salvador como las privadas.
ANTECEDENTES Y FUNDAMENTACIÓN CONCEPTUAL
Para comprender la decadencia de la educación en El Salvador, y la crisis general de la educación superior universitaria, es necesario ubicar el problema dentro del contexto socio – económico correspondiente.
Para descubrir las causas en la dimensión histórica actual, es indispensable hacer un enfoque histórico, que permita penetrar en la esencia y desentrañar los factores que engendraron la problemática.
La crisis de la educación superior universitaria en El Salvador, refleja el cúmulo de contradicciones, que le son inherentes a toda formación económica – social capitalista en en crisis de hegemonía.
La contradicción fundamental, de la educación actual se expresa en que la sociedad capitalista estructurada en clases sociales antagónicas, "no puede enseñar lo que es, vale decir justificarse, porque es injustificable, ni enseñar la contradicción entre lo que es y lo que pretende ser, puesto que ello sería comprometerse en la crítica revolucionaria”[1].
De tal manera, que para abordar el problema sin abstraccionismos y en forma concreta, hay que tomar en cuenta, que la educación universitaria no es un sistema cerrado; que se auto determine sin nexo alguno con el modo de producción dominante. Por su naturaleza social no obedece a una autorregulación, ni a un desarrollo autónomo absoluto. En este marco de análisis es necesario, configurar un enfoque global de la crisis del capitalismo dependiente en El Salvador, en su entorno histórica.
Al respecto, es necesario sustentar la tesis de que la educación universitaria, es un elemento superestructural, que se erige sobre la base de la infraestructura salvadoreña. En “última” instancia, la educación refleja la madeja de contradicciones, por la cual, atraviesa el modo de producción en su origen, desarrollo, crisis y transformación.
La interacción, dependencia e influencia de la educación, respecto al movimiento histórico de la base económica, se pone de manifiesto en los replanteamientos y reformas que en cada estadio de desarrollo, se hacen para ponerla a tono con las exigencias de modernización de los medios de producción, y las necesidades propias de las clases sociales hegemónicas salvadoreñas. Sin embargo, la educación en el nivel universitario debe establecer y plantear una autonomía relativa de carácter inorgánico; aunque esto, en determinadas coyunturas y períodos históricos, la ha conducido a entrar en conflictos y enfrentamientos abiertos con la maquinaria estatal; desde luego, como producto de la contradicción entre la universidad y las fuerzas políticas dominantes (especialmente la Universidad de El Salvador y en buena medida la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas).
La problemática educativa universitaria, no puede estudiarse aisladamente, del sistema de relaciones sociales engendradas, por la sociedad de clases antagónicas en El Salvador; sociedad que genera la lucha de clases, librada por los sectores de vanguardia de las masas trabajadoras, contra el bloque hegemónico de la oligarquía, en todos los terrenos de la sociedad; de la cual, la educación universitaria no es la excepción, sino más bien un árido campo de batalla, donde se libra una encarnizada lucha de clases, en los niveles ideológicos y políticos. Si la educación universitaria se encuadra dentro del marco de relaciones sociales, o más bien dicho, relaciones de producción, es de vital importancia analizarla dentro de la perspectiva de este desarrollo.
En la actualidad El Salvador, como ningún otro país de América Latina, cuenta con más de treinta y cinco universidades “legalmente constituidas”; lo que en materia educativa, “podría” significar aparentemente, un alto grado de desarrollo cultural y educativo, y una notable apertura democrática, que da una amplia cobertura en la educación superior. Sin embargo, en el fondo de este aparente progreso, se escudan las verdaderas causas que han dado origen a la proliferación de universidades privadas; responde a objetivos bien definidos y establecidos por la estrategia reformista, impuesta en El Salvador por los Estados Unidos.
Todo, en un intento desesperado, de replantear con nuevas vestiduras el capitalismo, a través de la Democracia Cristiana, enquistada en el poder desde 1980, con un gobierno en pacto con los Estados Unidos, y las fuerzas armadas salvadoreñas; todo como parte de la línea estratégica del imperio norteamericano, que encuentra en el Partido Demócrata Cristiano, fuerza política derechista de orientación ideológica pequeña burguesa reformista, las formas concretas de llevar adelante, su doctrina de seguridad nacional y guerra de baja intensidad. Quienes, como la historia lo demostró, se convirtieron en fieles servidores de los designios norteamericanos.
UNIVERSIDADES PRIVADAS EN EL MARCO DE LA ESTRATEGIA DEL CONFLICTO DE BAJA INTENSIDAD
La estrategia del imperio en El Salvador “trato de enfrentar la crisis estructural y la guerra con una política de cobertura modernizante y reformista que se proyectó bajo el lema de pacificación, reformas y democratización.”[2] Dicha estrategia se explica, en el seno de la educación universitaria, únicamente, después de la intervención militar que sufrió la Universidad de El Salvador, el 26 de junio de 1980; hecho que preparó las condiciones políticas y abrió, las puertas para el nacimiento de las universidades privadas, sin ningún tipo de obstáculos.
Hasta antes del cierre de la Universidad de El Salvador, únicamente existían funcionando cuatro universidades privadas: la Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aprobada por acuerdo Nº 6173, el 1º de octubre de 1965; la Albert Einstein, autorizada por acuerdo Nº 4577, el 14 de diciembre de 1977; la José Matías Delgado, aprobada por acuerdo Nº 4578, el día 14 de diciembre de 1977; y la Politécnica de El Salvador, aprobada por acuerdo Nº 1951, el 26 de marzo de 1979.
Cabe destacar que, a excepción de la Universidad José Simeón Cañas, a las demás universidades privadas, se les autorizó su funcionamiento, cuando sus facultades y carreras, se encontraban aún en trámites legales de aprobación. Los planes de estudio configurados por un listado de asignaturas únicamente, y programas de asignaturas “copiados” en su mayoría a la Universidad de El Salvador, fueron devueltos varias veces sin aprobación y con muchas observaciones. Con todo y las facilidades extremas que el Ministerio de Educación les daba.
La demanda estudiantil en dichos centros educativos era mínima, debido a la falta de garantías, por su inestabilidad y cuestionada legalidad indefinida; asimismo, por la incapacidad científica, técnica y pedagógica de los cuadros docentes; además, por la carencia de instalaciones adecuadas y equipo especializado de laboratorio que demandan algunas carreras. Tal situación generó bajos niveles de calidad de la educación ofertada por dichas instituciones, que no estaba en correspondencia, con los onerosos costos que tenía que hacer efectivos el estudiante.
Con la ocupación militar, de la Universidad de El Salvador en 1980, la educación superior sufre, profundas modificaciones en el curso histórico, en que se había venido desarrollando hasta ese momento.
Para comprender bien este hecho, hay que hacer algunas consideraciones necesarias: la modernización del sistema capitalista, impulsada por los Estados Unidos; en lo esencial, no modifica las relaciones sociales, que engendra la esclavitud salarial de los trabajadores a causa de la propiedad privada sobre los medios de producción, y por ende la extremada concentración de capital. Los planes diseñados por los “especialistas” el servicio imperio y los monopolios norteamericanos, se limitan a efectuar pequeñas concesiones, dentro de las cuales, se encuentra comprendida una mayor apertura y cobertura del sistema educativo; esto se da, bajo términos puramente cuantitativos, claramente delimitados en el plan general de cultura y educación 83 – 2000. Pero dicho plan reformista, en la esfera de la educación universitaria, fue abortado antes de la fecha del parto; debido a que, con la prolongada situación revolucionaria de los años 1979 – 1980, la Universidad de El Salvador, al retomar su papel histórico, que le correspondía como forjadora de una conciencia crítica, orientadora y protagónica en las luchas populares, fue sometida a una persecución sistemática en contra sus docentes, estudiantes y trabajadores; lo que, culminó con la destrucción del patrimonio universitario, por la ocupación militar de sus instalaciones durante más de cuatro años, con la cual, “entra en un período de oscurantismo cultural y así se intenta opacar la voz científica”[3] de la universidad.
Para justificar el genocidio y mutilación de la universidad, los detractores tradicionales, enemigos de la ciencia, la cultura y el progreso, esgrimen los mismos argumentos gastados, calificándola de santuario del terrorismo. Pero las fuerzas oscurantistas, no lograron valorar objetivamente que, no es la Universidad de El Salvador la causa que engendra la revolución; y aunque la institución fue cerrada al pueblo, éste continúo el curso de su proceso de liberación, elevando y profundizando la lucha a niveles cualitativamente superiores, independientemente de las condiciones en que la universidad se encontrara. Sin embargo, la valoración errada que el régimen hizo, la condenó a permanecer cerrada, periodo en el cual, la destrucción de su patrimonio fue considerable por el saqueo de que fue objeto y al deterioro de sus instalaciones.
El cierre no debe entenderse como una acción casual, dado que estaba contemplando, dentro de los planes políticos y militares del régimen, lo que la convirtió en un objetivo militar, razón por la cual, los recintos universitarios no fueron recuperados a corto plazo. Ese hecho abre espacios para la proliferación de las universidades privadas, “con lo cual, la educación universitaria pasa a constituir un negocio de libre empresa, sin determinar las consecuencias que puede tener para el país,”[4] por tanto, el origen de las universidades privadas no obedece en el momento histórico de su surgimiento, a un desarrollo sistemáticamente planificado, organizado y orientado adecuadamente a formar cuadros científicos, intelectuales y técnicos que demandan las necesidades sociales de las masas trabajadoras.
De hecho, la autorización irresponsable, del funcionamiento de una serie de centros de educación universitaria, que no cumplían los requisitos mínimos para una institución de educación superior, responden únicamente a objetivos de carácter político; especialmente, en los años 1980 – 81 y 82, lapso histórico, donde tiene su origen la mayoría de estas empresas. Esto constituyó en parte, una medida política inmediatista del gobierno para desviar la atención y contrarrestar las protestas nacionales e internacionales, que condenaban la ocupación militar de la Universidad de El Salvador.
Por otra parte, la medida de autorización de universidades privadas, sin ningún control, ni restricción, que garantizará los niveles mínimos de calidad académica y condiciones necesarias para un buen funcionamiento, obedece a un plan estratégico y táctico; plan, que no puede ser reducido a una necesidad coyuntural; la dimensión y significado de la proliferación de universidades privadas, forma parte integral de la línea reformista impulsada en el país.
El número de universidades privadas, se presta a falsas apreciaciones, que constituyen un elemento esgrimido en su favor por parte del Estado, para apoyar su tesis demagógica de una amplia apertura, cobertura y democratización de la educación universitaria.
Se trata, falsamente de demostrar, que la educación universitaria se eleva sobre una espirar ascensional de desarrollo cualitativo, coherente con las necesidades socio – históricas del país. Resulta inobjetable que tales planteamientos, carecen de honestidad y seriedad, pues constituyen únicamente simples afirmaciones ideológicas; son frases huecas, vacías y pueriles que están muy distantes de reflejar la realidad, por la que atraviesa la educación universitaria.
CONTEXTO, CARACTERÍSTICAS Y DETERMINANTES DE LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
En realidad, la problemática generalizada de la educación universitaria, es alarmante y la Universidad de El Salvador no está inmune a esta crisis; aunque por su naturaleza histórico – social, fundamentalmente distinta, la crisis adopta formas concretas de manifestarse cualitativamente diferentes, como resultado, de sus ciento cuarenta y nueve años de historia; además, por ser una institución donde convergen las diferentes expresiones políticas de los sectores que configuran la sociedad.
La crisis de la educación universitaria, se agudiza debido a que en última instancia, la creación de universidades privadas en la actualidad, cumple objetivos de contrainsurgencia. La función principal asignada, consiste en la formación de cuadros profesionales y técnicos, conformados con niveles de conciencia política reaccionaria y una proyección ideológica, incondicionalmente al servicio de los intereses del sistema vigente, para su conservación reproducción.
La educación que se proyecta en las universidades privadas y en menor medida en la Universidad de El Salvador, se caracteriza por “buscar la formación acelerada de profesionales que acrecentarían … permanentemente …la mano de obra especialmente en aquellos campos tradicionales que no necesitan los recursos técnico – científicos”,[5] por lo que carecen de una sólida formación técnico – científica, acorde con las tareas y exigencias de una sociedad en transición; “sus sistemas de enseñanzas, sus fines y objetivos están determinados en lo esencial… por la política de la clase dominante”,[6] que busca con su ideología ultraconservadora, deformar y conformar la conciencia y la personalidad del estudiante, en todo caso, para continuar promoviendo intelectuales orgánicos que la formación capitalista salvadoreña necesita.
La ideología, convicciones y concepciones de contenido conservador y ultraconservador proyectadas e internacionalizadas en el estudiante, le dan una valoración falsa y deformada de la realidad del país, de manera que hay una separación radical, entre el contenido de la enseñanza y las necesidades socio – históricas demandadas por la sociedad.
Las universidades, se convierten en centros de formación del “hombre que la burguesía necesita y que forma su sistema educativo, un hombre individualista, egoísta que piensa y trabaja en función de la superación personal y no en el progreso y superación de toda la colectividad”. [7]
Objetivamente, la educación de las universidades privadas, se traduce en una especie de “analfabetismo político” en los cuadros intelectuales que promueven; “formando el hombre que la burguesía necesita, que debe trabajar en función de perpetuar el sistema explotador y que debe ser sumiso, acrítico e ignorante”. [8]
La educación universitaria, en vez de enfrentar al educando con los problemas prioritarios de la sociedad y aquellos correspondientes, al área de la realidad objeto de estudio específica de la profesión, lo envuelve con la ideología pequeño – burguesa; luego lo lanza a un mundo de ensueños y fantasías, propias de la sociedad de consumo y de la moral de un capitalismo frenético y sin barreras.
En tales universidades, se pregona abiertamente la apología de la doctrina de la neutralidad ideológica de la educación, estableciendo así, una separación radical de la educación con respecto a la política y a la ideología, como si constituyeran esferas aisladas sin nexo alguno, que las vincule y concatene. De hecho, que la supuesta educación pura y neutral, resulta ser una posición política disfrazada de orientación reaccionaria o de analfabetismo político ingenuo.
La doctrina de la neutralidad educativa, se entiende como, un “quehacer puro al servicio de la formación de un tipo ideal de ser humano desencarnado de lo real”,[9] de las condiciones históricas actuales. Dicho con otras palabras, una educación que no forme una personalidad polifacética desarrollada, que no conjugue armónicamente el desarrollo de las cualidades intelectuales, morales y físicas, es una educación que embrutece, unilateraliza; que aliena, mutila y fracciona la personalidad y capacidades del educando.
Las universidades privadas, forman sujetos hogareños (pasivos) incapaces de incorporarse a las luchas reivindicativas en defensa de sus propios intereses, y a las luchas que exigen las necesidades históricas del proceso social que vive el país. El estudiante es educado para abandonar su extracción de clase social y asumir la ideología, los hábitos y la forma de vida de los sectores sociales dominantes; se forman hombres pragmáticos, utilitaristas, competitivos y propios de la sociedad de explotación y consumo. Hombres autómatas, incapaces de discernir objetivamente y asumir una opción protagónica consciente ante la crisis estructural que atraviesa el país.
En síntesis, todo ese proceso de formación profesional del cual, el estudiante es objeto, no le prepara para enfrentarse a la realidad. Lo arma con un arsenal de conocimientos estériles, pueriles y escolásticos que le dogmatizan el pensamiento.
MODELO PEDAGÓGICO DE EDUCACIÓN BANCARIA Y PAPEL DE LOS ESTUDIANTES
En este tipo de educación memorística, repetitiva y bancaria, resalta el aprendizaje de fechas, datos, nombres de personajes, narración de hechos, reproducción de teorías y axiomas, aprendizaje de técnicas correspondientes a otro tipo de avance científico – tecnológico. En consecuencia, no existe un desarrollo omnilateral del ser humano, que lo posibilite para enjuiciar objetivamente el orden social establecido. Por lo que el profesional no está en condiciones de asumir, ni ejercer una práctica social y profesional consciente.
En la Universidad de El Salvador, es donde en menor escala se reproduce este modelo abigarrado de educación universitaria. El estudiante no adopta una actitud pasiva durante todo el proceso de su formación. Los sectores más avanzados y con alguna formación política e ideológica, alzan su voz de protesta, especialmente contra aquellos profesores más atrasados; aquellos cuya forma de ejercicio docente es dogmática, su metodología escolástica y sus formas de evaluación son extremadamente rígidas.
En ciertas ocasiones han adoptado acciones de hecho, modificando algunos programas de asignatura. Su lucha en cierta medida, por impulsar cambios metodológicos, trata de instaurar nuevas formas de evaluación, que rompan con los patrones arcaicos y seudocientíficos establecidos; sin embargo, hay que puntualizar el poco interés y la escasa participación en los cambios académicos fundamentales de la universidad. Por lo general, el educando se diluye en la lucha académica inmediatista, especialmente cuando hay altos índices de reprobación en alguna materia o para que se programe en el ciclo, cierta asignatura de interés estudiantil.
El educando ha sido el elemento más dinámico de la universidad, y su pensamiento progresista - revolucionario le ha permitido promover cambios dentro de la institución en el pasado. Para tal efecto, ha tenido que asumir en muchas ocasiones, posiciones radicales necesarias, debido a las actitudes conservadoras de los docentes e instancias de gobierno universitario realizando acciones que han consistido en cuestionamientos, huelgas y tomas de facultades o departamentos.
Históricamente, son los sectores estudiantiles los que han abierto la brecha, para algunas reformas importantes que se han realizado en la universidad; pero debe señalarse que en ocasiones la falta de madurez política, la carencia de una visión académica en perspectiva, el espontaneísmo matizado con elementos de oportunismo y ganguerismo académico y manipulaciones burdas, han llevado a las luchas estudiantiles a frustraciones y fracasos, esto se da, a pesar de la genuinidad o pureza de objetivos bajo determinadas coyunturas. La misma presión del educando se convierte en freno de labor universitaria, cuando su accionar no ha llevado una dirección definida ni orientada, acorde con las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad educativa universitaria y nacional.
Por su parte, el perfil del estudiante de las universidades privadas es, en contenido y forma, radicalmente opuesta al de la Universidad de El Salvador. El mismo carácter y esencia cerrada de dichas instituciones deja poco o ningún espacio para las actividades estudiantiles.
El estudiante que ingresa a dichos centros de estudio, se caracteriza por su extremada pasividad, conformismo e incapacidad para desarrollar acciones significativas, que puedan promover algún tipo de cambio al interior de estas instituciones.
Por lo general, la ideología que sustentan los sectores estudiantiles de las universidades privadas, oscilan desde posiciones ultraconservadoras, a una definición política pequeño burguesa y muy pocos con mentalidad progresista de cambio.
El educando no está interesado en impulsar cambios que le dificulten salir rápido, pues la máxima aspiración de dichos sectores es graduarse, obtener un título universitario que les permita elevar su statu quo como profesionales.
Los educandos de las universidades privadas ingresan a ser conformados con todo el material ideológico y político conservador de dichas instituciones, pues asumen una actitud de pasividad debido a que es convergente con su ideología de clase.
En este tipo de educación, los estudiantes son simples objetos que no oponen resistencia a la acción educadora escolástica; su desmovilización es total durante toda la carrera.
Como puede visualizarse, la dimensión de la problemática planteada, encierra elevados niveles de complejidad. La crisis de la educación en el momento histórico actual[10], obedece a causas económicas, sociales, políticas y culturales, que interactúan con una polifacética gama de factores académicos, pedagógicos y administrativos, interviniendo decisivamente en la agudización del problema. Por tanto, el fenómeno puede abordarse desde diversas ópticas de análisis, las cuales, deben ser consideradas en los niveles de importancia correspondientes, que permitan penetrar a la esencia, y que faciliten además, descubrir las múltiples relaciones causales de cómo se manifiesta la crisis, en el interior de las universidades, en forma concreta.
ESTRANGULAMIENTO ECONÓMICO Y PRESUPUESTO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
Los efectos que la crisis genera en la composición y desarrollo académico - administrativo de la Universidad de El Salvador, en esencia se expresa en el deterioro cada vez mayor de las funciones básicas que le corresponde realizar, funciones que deben ser inherentes a toda universidad, como son: la investigación, la docencia y la proyección social; pero debido en parte a las agresiones frecuentes a la autonomía universitaria y la permanente represión que sufre la institución, paulatinamente se han restringido los espacios de incidencia universitaria y la dimensión total del trabajo asumido al servicio y proyección del pueblo salvadoreño.
Por derecho constitucional, a la Universidad de El Salvador le corresponde la asignación de los fondos necesarios por parte del Estado, según el artículo 61 de la Constitución Política, donde en uno de sus párrafos literalmente dice: “se consignarán anualmente en el presupuesto del Estado, las partidas destinadas al sostenimiento de las universidades estatales y las necesarias para acrecentar y asegurar su patrimonio”. [11] Sin embargo, por mantener una posición crítica, objetiva y beligerante en defensa de los intereses de los sectores populares, es sometida a un sistemático estrangulamiento económico; esto se concreta al negarle la asignación completa del presupuesto, con lo cual, se limita al máximo la universidad para realizar las funciones, que como máximo centro de estudios le compete desarrollar.
La bancarrota económica a que es sometida por el Estado, aparte de ser una de las formas de negación de su autonomía, es un factor importante que limita las posibilidades materiales para que la institución pueda promover, financiar y desarrollar investigaciones de gran envergadura, para que pueda desarrollar programas de proyección social y la promoción sostenida y permanente de cursos de perfeccionamiento docente.
El escaso presupuesto de la universidad no permite destinar grandes cantidades de fondos para investigación de campo. Por otra parte no se cuenta con laboratorios adecuadamente equipados con tecnología apropiada y especializada, que permita impulsar investigaciones técnicas. Así mismo, la carencia de investigadores o docentes investigadores es notoria. Y es un factor objetivo de mucho peso en la crisis universitaria, la escasez de cuadros cualificados en esta área.
INVESTIGACIÓN DOCENCIA Y PROYECCIÓN SOCIAL EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
Ante tal situación, la producción científica es escasa, y en algunas áreas ha desaparecido. En la actualidad funciona la Coordinación Universitaria de Investigaciones Científicas (CUIC); pero su trabajo es más administrativo y burocrático, por lo que el ámbito de su labor científica es muy limitado. Además funcionan institutos o unidades de investigación en algunas facultades, que de cierta manera desarrollan programas y proyectos de investigación a muy pequeña escala.
La limitada producción científica restringe la calidad del proceso docente educativo, así como la proyección social. La función docente también se encuentra en crisis; la carencia de cuadros valiosos en el campo de la docencia en la actualidad provoca que los profesionales: intelectuales y técnicos formados, carezcan de los niveles de calidad que exige el pueblo y la sociedad.
Sin embargo, dentro de la crisis académica por la que atraviesa la universidad, ésta es la función que realiza de manera consistente en la formación de profesionales de las distintas carreras y es donde tímidamente, sectores docentes progresistas en determinadas facultades, carreras y asignaturas, a base de esfuerzos asumen su papel de formadores conscientes, con lo que, abren nuevas perspectivas a los educandos frente a la realidad.
La crisis de la calidad en la docencia que se proyecta en las diversas facultades, paulatinamente comienza a superarse. Los niveles de excelencia académica han sido tomados muy en cuenta, en parte por las luchas docentes y estudiantiles que han culminado con procesos de perfeccionamiento y depuración al interior de algunas facultades y departamentos. Es digno hacer notar que se están realizándose además, esfuerzos institucionales por parte de las actuales autoridades, con programas permanentes de desarrollo curricular y de perfeccionamiento docente, que se ejecutan en las distintas facultades.
Es inobjetable que la falta de investigaciones científicas, es un elemento que limita el conocimiento profundo de la realidad nacional en diferentes áreas problemáticas. Esto trae como consecuencia serias limitaciones para la docencia, pues las acciones del proceso docente que no se nutren de la investigación constante, de los problemas más agudos por los que atraviesa la sociedad, carecen de objetividad y solidez, lo cual, la vuelve rutinaria, formalista y estéril, e influye directa y desfavorablemente sobre la calidad del profesional que se forma.
El objetivo fundamental de la docencia consiste en la formación de cuadros científicos – técnicos, con alto grado de conciencia y desarrollo de la personalidad, con sólidos conocimientos y capacidades en su especialidad, con una concepción científica de la sociedad en que vive y a la cual debe responder.
La investigación es de cardinal importancia para la docencia, pues sin conocer la realidad, no pueden formarse especialistas para la producción y la vida social, especialistas con perfiles amplios, que converjan con las necesidades de proyección que requieren las clases trabajadoras en este período de transición social.
La concepción de la interacción de la investigación y la docencia como dos facetas de un mismo proceso, sólo adquiere auténtico significado cuando se establecen como unidad y además, cuando la una se nutre de la otra.
El tercer elemento fundamental, rector, cardinal y conductor de la universidad, lo constituye la proyección social, cuyo significado, enfoque y dimensión tiene carácter filosófico y estratégico.
La definición, contexto e incidencia de la proyección social, no debe reducirse a proyectos de extensión universitaria; ni mucho menos a actividades desarrolladas por grupos de estudiantes en comunidades marginales, o a programas de servicio y ayuda en organismos e instituciones de servicio y humanitarios.
El concepto auténtico de proyección social, tanto en extensión como en profundidad, debe ser la misión central de la universidad, hacia donde se orienten los esfuerzos de todo el quehacer de la institución. En consecuencia, la proyección social debe entenderse en su doble función de estrategia y táctica como factor transformador, como la incidencia e inmersión protagónica y militante de la universidad en el proceso de transición social y de liberación del pueblo salvadoreño.
La confusión e indefinición del lugar y papel de la proyección social en la estrategia académica universitaria, no ha permitido definir una política que determine hacia donde deben dirigirse todos los esfuerzos institucionales; no ha dejado identificar el núcleo central de problemas estructurales, ni aquellas áreas donde puedan canalizarse acciones concretas y se oriente el esfuerzo universitario.
Resultará difícil objetar o negar que la Universidad de El Salvador, se encuentra en crisis académica, pero por su esencia histórico – social, cualitativamente diferente, está en capacidad de encontrar el camino que la conduzca a superar los problemas que afectan su desarrollo, de modo que pueda retomar la antorcha que la historia exige: de compromiso con las mayorías populares.
INVESTIGACIÓN, DOCENCIA Y PROYECCIÓN SOCIAL EN LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS
Si la problemática que afecta a la Universidad de El Salvador, es aguda y dramática debido a las causas ya aludidas, la situación se plantea en términos ya extremados en las universidades privadas; donde la crisis se manifiesta con mayor fuerza, y refleja claramente la desesperación política y la orientación ideológica del bloque hegemónico que se traduce a través de las actividades académicas que proyectan endichas instituciones.
Las universidades privadas, para ostentar el sello de centros de educación superior universitaria y legitimar su existencia, deben cumplir con las mismas funciones señaladas en el caso de la Universidad de EL Salvador; es decir, la investigación, docencia y proyección social, sin embargo, por las circunstancias en que surgen, y la crisis de hegemonía que permiten su proliferación, su plataforma inmediata de funcionamiento se enmarca en el entorno de las medidas de carácter contrainsurgente.
Constituye una verdad incuestionable, el hecho de que las universidades privadas (única excepción Universidad Centroamericana José Simeón Cañas) no promueven ni realizan ningún tipo de investigación, y en casos esporádicos, una que otra aparecen con algún documento; pero éstos carecen de seriedad científica, de valor objetivo para ser considerados como producción de conocimiento nuevo, o como fuentes de información que permitan plantear posibilidades de solución a los problemas de origen estructural o coyuntural, que suceden en cualquier área de la realidad nacional.
Aparte de la Universidad José Simeón Cañas, las demás universidades privadas, no cuentan con cuadros especialistas dedicados a la investigación, ni promueven la formación de docentes investigadores. Las funciones asignadas a estos centros educativos se reducen exclusivamente a lanzar al mercado laboral, la reproducción de fuerza de trabajo barata; con una proyección política e ideológica servil, que tienda a la defensa y reproducción del orden social establecido. Ante tal misión que la estrategia reformista les ha destinado, es de comprender la causa por la cual, no está contemplada la investigación en sus planes de estudio y de trabajo en el corto plazo. Y cuando se encuentran señalados, constituyen letra muerta, palabras huecas que no se concretan en proyectos, programas o planes operativos ni acciones educativas de dichas instituciones.
Se ha establecido que necesariamente la investigación y la docencia, deben constituirse en unidad e interacción para que ambas actividades se desarrollen con elevados niveles de calidad.
Por el tipo de ejercicio docente que se practica en las universidades privadas, resulta fácil establecer el perfil del proceso docente – educativo, donde la enseñanza se convierte en causativa de la función docente. Si la Universidad de El, Salvador y la Universidad José Simeón Cañas concentran lo más depurado de los cuadros académicos dedicados a la docencia e investigación en el país (no obstante la crisis por la que atraviesan) qué se puede esperar de las universidades privadas, donde todo su personal es contratado por horas – clase; y “cualquiera” que ostente un título académico puede ejercer la docencia como negocio rentable, abriéndose un nuevo mercado “comercial” de sobrevivencia al cual se han dedicado muchos profesionales.
En las universidades privadas no hay tipo alguno de seguimiento, ni exigencias académicas reales, que permitan ejercer alguna forma de control sobre los profesores, respecto a la calidad del proceso docente – educativo, más bien los controles son de carácter político e ideológico y formalismos administrativos.
El profesor de las universidades privadas carece de la formación mínima en las áreas político – filosóficas, en los ámbitos académico – didáctico y en el marco de la especialidad técnico – profesional a la que se dedica.
¿Qué niveles de calidad docente pueden desarrollar profesionales que venden su fuerza de trabajo en varios centros educativos desarrollando asignaturas de distintas áreas profesionales o laborando en instituciones no educativas, ya sea gubernamental o privada, situación que en menor grado también padece la Universidad de El Salvador? Bajo tales circunstancias, es indispensable el hecho de que la única función que objetivamente pueden impulsar las universidades privadas, no se realiza con las exigencias mínimas de calidad que requieren la docencia universitaria y las necesidades demandadas por la sociedad.
La docencia en las universidades privadas es dogmática, escolástica, rígida, autoritaria y mecanicista, se limita a “transmitir” conocimientos seudocientíficos y a armar al estudiante con las “destrezas” mínimas demandas en el mercado laboral de empresa privada.
La docencia en estos centros educativos, tiene una función politizadora y de adoctrinamiento; se transforma en un instrumento de conformación cultural que contribuye a producir e integrar al hombre que esta sociedad de explotación requiere. La docencia en las universidades privadas cumple con la “función de aparato ideológico del sistema”.[12] En este mismo contexto, la Universidad José Simeón Cañas, se diferencia poco de las demás instituciones, pues los cuadros profesionales, intelectuales y técnicos que forma, salen a conformar y fortalecer mayoritariamente a la empresa privada, así como a ingresar a partidos políticos de orientación derechista – oligárquica y pequeñoburguesa.
Respecto a la proyección social, el aporte más significativo de la UCA, lo constituyen las investigaciones científicas que realiza en el área social; sin embargo, cabe destacar que las producciones investigativas desarrolladas se constituyen en un producto con mucha demanda, lo cual genera a la institución, considerables ingresos económicos lo que le da fortaleza administrativa. Asimismo, los enfoques proyectados en las investigaciones son divergentes y opuestos con la ideología interna que promueve en muchas de las carreras que ofrece, y la calidad de docencia que se realiza.
En lo que respecta, a las demás universidades privadas, donde no se realiza ningún tipo de investigación y la calidad de docencia que hacen es, en extremo deficiente, resulta fácil establecer, hacia quién se dirigen la proyección social. Donde su realidad está restringida a las aulas de los edificios en que funciona, pretendiendo ser “vírgenes inmaculadas” que nada tienen que ver con la política, la ideología ni con las clases sociales.
El marco general planteado, de la situación real de la educación universitaria en El Salvador, demuestra claramente, la crisis en que ésta se encuentra; y el verdadero papel político que juegan la educación y las universidades privadas, en el contexto del conflicto armado que vive la sociedad salvadoreña.
No me cabe ninguna duda, que lo planteado deberá generar reacciones, tanto al interior de la Universidad de El Salvador, como de las privadas, lo cual, ojala permita abrir en serio la discusión sobre el estado deplorable en que se encuentra la educación superior universitaria.
[1] G. Snyders, ¿puede haber una actitud de izquierda en pedagogía? Pág. 6
Las universidades, en el contexto de una sociedad determinada, deben jugar un papel de primer orden, eso, a través del adecuado e histórico cumplimiento de tres funciones esenciales, que como centros de educación superior les corresponde desarrollar, así contribuyen a solucionar los problemas que más afectan a una sociedad en crisis. La investigación, la docencia y la proyección social, son las misiones e instrumentos inherentes a la especificidad de la universidad, por medio de lo cual, se explica en lo fundamental su politicidad.
No obstante, al inicio de la década del ochenta, con la intervención militar a la Universidad de El Salvador y su prolongado cierre, surge un nuevo fenómeno en la educación superior, éste, consiste en la masificación de las universidades privadas, que constituyen las premisas fundamentales para interpretar correctamente la crisis de la educación universitaria en El Salvador, las repercusiones de dicha crisis tienen incidencias directas en la totalidad social, así como, en la composición, organización y funcionamiento de cada centro educativo universitario.
Al enfocar el problema en el marco de una concepción filosófica, de un modelo de universidad científica, popular, democrática, participativa y comprometida con las grandes necesidades, ideales y aspiraciones de las masas populares, cabe formularse la siguiente interrogante: ¿están cumpliendo las universidades salvadoreñas, con las necesidades históricas que demandan los sectores populares, y el desarrollo social actual? La respuesta parece obvia; las universidades salvadoreñas se encuentran divorciadas de las necesidades sociales del pueblo y de la realidad histórica por la que atraviesa el país.
Es indiscutible, lo trascendental que resulta en la actualidad, polemizar y debatir sobre un tema, de tanta importancia social para el proceso de renovación y reforma que se desarrolla en la Universidad de El Salvador, en este momento histórico de transición social.
De tal manera, se vuelve insoslayable analizar críticamente, las posiciones políticas e ideológicas sustentadas por el ejército de “intelectuales” al servicio de las sectores económicamente dominantes; en tal sentido, tratan de vender una imagen distorsionada, abigarrada, caótica y anárquica de la Universidad de El Salvador, esgrimiendo los mismos argumentos gastados; en sus declaraciones políticas, intentan presentar la universidad como un foco de subversión, como un centro de adoctrinamiento, y en lo académico como una institución pasada de moda. En sus campañas propagandísticas y difamatorias en contra de la institución, pretenden aparecer como un centro de estudios de bajo nivel académico; además quieren hacer creer a la población estudiantil y a los padres de familia, que representa un alto “riesgo” estudiar en el Alma Máter; riesgo que no es compensado con la mala formación académica – científica.
Estas agresiones políticas llevan como objetivo fundamental, llegar a plantear a las universidades privadas como la mejor alternativa, pretenden con esto, enmascarar la situación deplorable en que se encuentra la “educación superior universitaria” que se “vende” en las universidades privadas; la transformen en una simple mercancía, que se oferta en el mercado, como cualquier otro producto de consumo; producto cuya circulación se determina por el valor de cambio y no por el valor de uso que representa.
De hecho, la crisis estructural de la sociedad salvadoreña se refleja al interior de la Universidad de El Salvador, y afecta su normal funcionamiento, lo cual, se traduce en una serie de problemas de carácter político, académico y administrativo, cuyo contenido, forma y expresión, son de orden esencialmente diferentes a la problemática de las universidades privadas.
No obstante, el marco de contradicciones en que se desarrolla la Universidad de El Salvador, se encuentra en la actualidad en un proceso de renovación; y lo hace, a través del viraje académico orientado por su proyecto histórico, cuya concreción se realiza por medio de las transformaciones curriculares que se están planificando, impulsando y ejecutando en las diferentes facultades.
En el desarrollo del texto, se plantean los antecedentes y fundamentación conceptual de la crisis en la educación superior universitaria, el contexto, características y determinantes, se analiza el surgimiento y desarrollo de las universidades privadas, como parte del conflicto de baja intensidad que vive el país, se reflexiona sobre el modelo pedagógico de educación bancaria y papel que asumen los estudiantes.
Se aborda la política del gobierno hacia la institución de estrangulamiento económico y por ende un bajo presupuesto de la universidad de el salvador que solo cubre el funcionamiento mínimo, finalmente se discute sobre la investigación, docencia y proyección social que hacen las universidades tanto la de El Salvador como las privadas.
ANTECEDENTES Y FUNDAMENTACIÓN CONCEPTUAL
Para comprender la decadencia de la educación en El Salvador, y la crisis general de la educación superior universitaria, es necesario ubicar el problema dentro del contexto socio – económico correspondiente.
Para descubrir las causas en la dimensión histórica actual, es indispensable hacer un enfoque histórico, que permita penetrar en la esencia y desentrañar los factores que engendraron la problemática.
La crisis de la educación superior universitaria en El Salvador, refleja el cúmulo de contradicciones, que le son inherentes a toda formación económica – social capitalista en en crisis de hegemonía.
La contradicción fundamental, de la educación actual se expresa en que la sociedad capitalista estructurada en clases sociales antagónicas, "no puede enseñar lo que es, vale decir justificarse, porque es injustificable, ni enseñar la contradicción entre lo que es y lo que pretende ser, puesto que ello sería comprometerse en la crítica revolucionaria”[1].
De tal manera, que para abordar el problema sin abstraccionismos y en forma concreta, hay que tomar en cuenta, que la educación universitaria no es un sistema cerrado; que se auto determine sin nexo alguno con el modo de producción dominante. Por su naturaleza social no obedece a una autorregulación, ni a un desarrollo autónomo absoluto. En este marco de análisis es necesario, configurar un enfoque global de la crisis del capitalismo dependiente en El Salvador, en su entorno histórica.
Al respecto, es necesario sustentar la tesis de que la educación universitaria, es un elemento superestructural, que se erige sobre la base de la infraestructura salvadoreña. En “última” instancia, la educación refleja la madeja de contradicciones, por la cual, atraviesa el modo de producción en su origen, desarrollo, crisis y transformación.
La interacción, dependencia e influencia de la educación, respecto al movimiento histórico de la base económica, se pone de manifiesto en los replanteamientos y reformas que en cada estadio de desarrollo, se hacen para ponerla a tono con las exigencias de modernización de los medios de producción, y las necesidades propias de las clases sociales hegemónicas salvadoreñas. Sin embargo, la educación en el nivel universitario debe establecer y plantear una autonomía relativa de carácter inorgánico; aunque esto, en determinadas coyunturas y períodos históricos, la ha conducido a entrar en conflictos y enfrentamientos abiertos con la maquinaria estatal; desde luego, como producto de la contradicción entre la universidad y las fuerzas políticas dominantes (especialmente la Universidad de El Salvador y en buena medida la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas).
La problemática educativa universitaria, no puede estudiarse aisladamente, del sistema de relaciones sociales engendradas, por la sociedad de clases antagónicas en El Salvador; sociedad que genera la lucha de clases, librada por los sectores de vanguardia de las masas trabajadoras, contra el bloque hegemónico de la oligarquía, en todos los terrenos de la sociedad; de la cual, la educación universitaria no es la excepción, sino más bien un árido campo de batalla, donde se libra una encarnizada lucha de clases, en los niveles ideológicos y políticos. Si la educación universitaria se encuadra dentro del marco de relaciones sociales, o más bien dicho, relaciones de producción, es de vital importancia analizarla dentro de la perspectiva de este desarrollo.
En la actualidad El Salvador, como ningún otro país de América Latina, cuenta con más de treinta y cinco universidades “legalmente constituidas”; lo que en materia educativa, “podría” significar aparentemente, un alto grado de desarrollo cultural y educativo, y una notable apertura democrática, que da una amplia cobertura en la educación superior. Sin embargo, en el fondo de este aparente progreso, se escudan las verdaderas causas que han dado origen a la proliferación de universidades privadas; responde a objetivos bien definidos y establecidos por la estrategia reformista, impuesta en El Salvador por los Estados Unidos.
Todo, en un intento desesperado, de replantear con nuevas vestiduras el capitalismo, a través de la Democracia Cristiana, enquistada en el poder desde 1980, con un gobierno en pacto con los Estados Unidos, y las fuerzas armadas salvadoreñas; todo como parte de la línea estratégica del imperio norteamericano, que encuentra en el Partido Demócrata Cristiano, fuerza política derechista de orientación ideológica pequeña burguesa reformista, las formas concretas de llevar adelante, su doctrina de seguridad nacional y guerra de baja intensidad. Quienes, como la historia lo demostró, se convirtieron en fieles servidores de los designios norteamericanos.
UNIVERSIDADES PRIVADAS EN EL MARCO DE LA ESTRATEGIA DEL CONFLICTO DE BAJA INTENSIDAD
La estrategia del imperio en El Salvador “trato de enfrentar la crisis estructural y la guerra con una política de cobertura modernizante y reformista que se proyectó bajo el lema de pacificación, reformas y democratización.”[2] Dicha estrategia se explica, en el seno de la educación universitaria, únicamente, después de la intervención militar que sufrió la Universidad de El Salvador, el 26 de junio de 1980; hecho que preparó las condiciones políticas y abrió, las puertas para el nacimiento de las universidades privadas, sin ningún tipo de obstáculos.
Hasta antes del cierre de la Universidad de El Salvador, únicamente existían funcionando cuatro universidades privadas: la Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aprobada por acuerdo Nº 6173, el 1º de octubre de 1965; la Albert Einstein, autorizada por acuerdo Nº 4577, el 14 de diciembre de 1977; la José Matías Delgado, aprobada por acuerdo Nº 4578, el día 14 de diciembre de 1977; y la Politécnica de El Salvador, aprobada por acuerdo Nº 1951, el 26 de marzo de 1979.
Cabe destacar que, a excepción de la Universidad José Simeón Cañas, a las demás universidades privadas, se les autorizó su funcionamiento, cuando sus facultades y carreras, se encontraban aún en trámites legales de aprobación. Los planes de estudio configurados por un listado de asignaturas únicamente, y programas de asignaturas “copiados” en su mayoría a la Universidad de El Salvador, fueron devueltos varias veces sin aprobación y con muchas observaciones. Con todo y las facilidades extremas que el Ministerio de Educación les daba.
La demanda estudiantil en dichos centros educativos era mínima, debido a la falta de garantías, por su inestabilidad y cuestionada legalidad indefinida; asimismo, por la incapacidad científica, técnica y pedagógica de los cuadros docentes; además, por la carencia de instalaciones adecuadas y equipo especializado de laboratorio que demandan algunas carreras. Tal situación generó bajos niveles de calidad de la educación ofertada por dichas instituciones, que no estaba en correspondencia, con los onerosos costos que tenía que hacer efectivos el estudiante.
Con la ocupación militar, de la Universidad de El Salvador en 1980, la educación superior sufre, profundas modificaciones en el curso histórico, en que se había venido desarrollando hasta ese momento.
Para comprender bien este hecho, hay que hacer algunas consideraciones necesarias: la modernización del sistema capitalista, impulsada por los Estados Unidos; en lo esencial, no modifica las relaciones sociales, que engendra la esclavitud salarial de los trabajadores a causa de la propiedad privada sobre los medios de producción, y por ende la extremada concentración de capital. Los planes diseñados por los “especialistas” el servicio imperio y los monopolios norteamericanos, se limitan a efectuar pequeñas concesiones, dentro de las cuales, se encuentra comprendida una mayor apertura y cobertura del sistema educativo; esto se da, bajo términos puramente cuantitativos, claramente delimitados en el plan general de cultura y educación 83 – 2000. Pero dicho plan reformista, en la esfera de la educación universitaria, fue abortado antes de la fecha del parto; debido a que, con la prolongada situación revolucionaria de los años 1979 – 1980, la Universidad de El Salvador, al retomar su papel histórico, que le correspondía como forjadora de una conciencia crítica, orientadora y protagónica en las luchas populares, fue sometida a una persecución sistemática en contra sus docentes, estudiantes y trabajadores; lo que, culminó con la destrucción del patrimonio universitario, por la ocupación militar de sus instalaciones durante más de cuatro años, con la cual, “entra en un período de oscurantismo cultural y así se intenta opacar la voz científica”[3] de la universidad.
Para justificar el genocidio y mutilación de la universidad, los detractores tradicionales, enemigos de la ciencia, la cultura y el progreso, esgrimen los mismos argumentos gastados, calificándola de santuario del terrorismo. Pero las fuerzas oscurantistas, no lograron valorar objetivamente que, no es la Universidad de El Salvador la causa que engendra la revolución; y aunque la institución fue cerrada al pueblo, éste continúo el curso de su proceso de liberación, elevando y profundizando la lucha a niveles cualitativamente superiores, independientemente de las condiciones en que la universidad se encontrara. Sin embargo, la valoración errada que el régimen hizo, la condenó a permanecer cerrada, periodo en el cual, la destrucción de su patrimonio fue considerable por el saqueo de que fue objeto y al deterioro de sus instalaciones.
El cierre no debe entenderse como una acción casual, dado que estaba contemplando, dentro de los planes políticos y militares del régimen, lo que la convirtió en un objetivo militar, razón por la cual, los recintos universitarios no fueron recuperados a corto plazo. Ese hecho abre espacios para la proliferación de las universidades privadas, “con lo cual, la educación universitaria pasa a constituir un negocio de libre empresa, sin determinar las consecuencias que puede tener para el país,”[4] por tanto, el origen de las universidades privadas no obedece en el momento histórico de su surgimiento, a un desarrollo sistemáticamente planificado, organizado y orientado adecuadamente a formar cuadros científicos, intelectuales y técnicos que demandan las necesidades sociales de las masas trabajadoras.
De hecho, la autorización irresponsable, del funcionamiento de una serie de centros de educación universitaria, que no cumplían los requisitos mínimos para una institución de educación superior, responden únicamente a objetivos de carácter político; especialmente, en los años 1980 – 81 y 82, lapso histórico, donde tiene su origen la mayoría de estas empresas. Esto constituyó en parte, una medida política inmediatista del gobierno para desviar la atención y contrarrestar las protestas nacionales e internacionales, que condenaban la ocupación militar de la Universidad de El Salvador.
Por otra parte, la medida de autorización de universidades privadas, sin ningún control, ni restricción, que garantizará los niveles mínimos de calidad académica y condiciones necesarias para un buen funcionamiento, obedece a un plan estratégico y táctico; plan, que no puede ser reducido a una necesidad coyuntural; la dimensión y significado de la proliferación de universidades privadas, forma parte integral de la línea reformista impulsada en el país.
El número de universidades privadas, se presta a falsas apreciaciones, que constituyen un elemento esgrimido en su favor por parte del Estado, para apoyar su tesis demagógica de una amplia apertura, cobertura y democratización de la educación universitaria.
Se trata, falsamente de demostrar, que la educación universitaria se eleva sobre una espirar ascensional de desarrollo cualitativo, coherente con las necesidades socio – históricas del país. Resulta inobjetable que tales planteamientos, carecen de honestidad y seriedad, pues constituyen únicamente simples afirmaciones ideológicas; son frases huecas, vacías y pueriles que están muy distantes de reflejar la realidad, por la que atraviesa la educación universitaria.
CONTEXTO, CARACTERÍSTICAS Y DETERMINANTES DE LA CRISIS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
En realidad, la problemática generalizada de la educación universitaria, es alarmante y la Universidad de El Salvador no está inmune a esta crisis; aunque por su naturaleza histórico – social, fundamentalmente distinta, la crisis adopta formas concretas de manifestarse cualitativamente diferentes, como resultado, de sus ciento cuarenta y nueve años de historia; además, por ser una institución donde convergen las diferentes expresiones políticas de los sectores que configuran la sociedad.
La crisis de la educación universitaria, se agudiza debido a que en última instancia, la creación de universidades privadas en la actualidad, cumple objetivos de contrainsurgencia. La función principal asignada, consiste en la formación de cuadros profesionales y técnicos, conformados con niveles de conciencia política reaccionaria y una proyección ideológica, incondicionalmente al servicio de los intereses del sistema vigente, para su conservación reproducción.
La educación que se proyecta en las universidades privadas y en menor medida en la Universidad de El Salvador, se caracteriza por “buscar la formación acelerada de profesionales que acrecentarían … permanentemente …la mano de obra especialmente en aquellos campos tradicionales que no necesitan los recursos técnico – científicos”,[5] por lo que carecen de una sólida formación técnico – científica, acorde con las tareas y exigencias de una sociedad en transición; “sus sistemas de enseñanzas, sus fines y objetivos están determinados en lo esencial… por la política de la clase dominante”,[6] que busca con su ideología ultraconservadora, deformar y conformar la conciencia y la personalidad del estudiante, en todo caso, para continuar promoviendo intelectuales orgánicos que la formación capitalista salvadoreña necesita.
La ideología, convicciones y concepciones de contenido conservador y ultraconservador proyectadas e internacionalizadas en el estudiante, le dan una valoración falsa y deformada de la realidad del país, de manera que hay una separación radical, entre el contenido de la enseñanza y las necesidades socio – históricas demandadas por la sociedad.
Las universidades, se convierten en centros de formación del “hombre que la burguesía necesita y que forma su sistema educativo, un hombre individualista, egoísta que piensa y trabaja en función de la superación personal y no en el progreso y superación de toda la colectividad”. [7]
Objetivamente, la educación de las universidades privadas, se traduce en una especie de “analfabetismo político” en los cuadros intelectuales que promueven; “formando el hombre que la burguesía necesita, que debe trabajar en función de perpetuar el sistema explotador y que debe ser sumiso, acrítico e ignorante”. [8]
La educación universitaria, en vez de enfrentar al educando con los problemas prioritarios de la sociedad y aquellos correspondientes, al área de la realidad objeto de estudio específica de la profesión, lo envuelve con la ideología pequeño – burguesa; luego lo lanza a un mundo de ensueños y fantasías, propias de la sociedad de consumo y de la moral de un capitalismo frenético y sin barreras.
En tales universidades, se pregona abiertamente la apología de la doctrina de la neutralidad ideológica de la educación, estableciendo así, una separación radical de la educación con respecto a la política y a la ideología, como si constituyeran esferas aisladas sin nexo alguno, que las vincule y concatene. De hecho, que la supuesta educación pura y neutral, resulta ser una posición política disfrazada de orientación reaccionaria o de analfabetismo político ingenuo.
La doctrina de la neutralidad educativa, se entiende como, un “quehacer puro al servicio de la formación de un tipo ideal de ser humano desencarnado de lo real”,[9] de las condiciones históricas actuales. Dicho con otras palabras, una educación que no forme una personalidad polifacética desarrollada, que no conjugue armónicamente el desarrollo de las cualidades intelectuales, morales y físicas, es una educación que embrutece, unilateraliza; que aliena, mutila y fracciona la personalidad y capacidades del educando.
Las universidades privadas, forman sujetos hogareños (pasivos) incapaces de incorporarse a las luchas reivindicativas en defensa de sus propios intereses, y a las luchas que exigen las necesidades históricas del proceso social que vive el país. El estudiante es educado para abandonar su extracción de clase social y asumir la ideología, los hábitos y la forma de vida de los sectores sociales dominantes; se forman hombres pragmáticos, utilitaristas, competitivos y propios de la sociedad de explotación y consumo. Hombres autómatas, incapaces de discernir objetivamente y asumir una opción protagónica consciente ante la crisis estructural que atraviesa el país.
En síntesis, todo ese proceso de formación profesional del cual, el estudiante es objeto, no le prepara para enfrentarse a la realidad. Lo arma con un arsenal de conocimientos estériles, pueriles y escolásticos que le dogmatizan el pensamiento.
MODELO PEDAGÓGICO DE EDUCACIÓN BANCARIA Y PAPEL DE LOS ESTUDIANTES
En este tipo de educación memorística, repetitiva y bancaria, resalta el aprendizaje de fechas, datos, nombres de personajes, narración de hechos, reproducción de teorías y axiomas, aprendizaje de técnicas correspondientes a otro tipo de avance científico – tecnológico. En consecuencia, no existe un desarrollo omnilateral del ser humano, que lo posibilite para enjuiciar objetivamente el orden social establecido. Por lo que el profesional no está en condiciones de asumir, ni ejercer una práctica social y profesional consciente.
En la Universidad de El Salvador, es donde en menor escala se reproduce este modelo abigarrado de educación universitaria. El estudiante no adopta una actitud pasiva durante todo el proceso de su formación. Los sectores más avanzados y con alguna formación política e ideológica, alzan su voz de protesta, especialmente contra aquellos profesores más atrasados; aquellos cuya forma de ejercicio docente es dogmática, su metodología escolástica y sus formas de evaluación son extremadamente rígidas.
En ciertas ocasiones han adoptado acciones de hecho, modificando algunos programas de asignatura. Su lucha en cierta medida, por impulsar cambios metodológicos, trata de instaurar nuevas formas de evaluación, que rompan con los patrones arcaicos y seudocientíficos establecidos; sin embargo, hay que puntualizar el poco interés y la escasa participación en los cambios académicos fundamentales de la universidad. Por lo general, el educando se diluye en la lucha académica inmediatista, especialmente cuando hay altos índices de reprobación en alguna materia o para que se programe en el ciclo, cierta asignatura de interés estudiantil.
El educando ha sido el elemento más dinámico de la universidad, y su pensamiento progresista - revolucionario le ha permitido promover cambios dentro de la institución en el pasado. Para tal efecto, ha tenido que asumir en muchas ocasiones, posiciones radicales necesarias, debido a las actitudes conservadoras de los docentes e instancias de gobierno universitario realizando acciones que han consistido en cuestionamientos, huelgas y tomas de facultades o departamentos.
Históricamente, son los sectores estudiantiles los que han abierto la brecha, para algunas reformas importantes que se han realizado en la universidad; pero debe señalarse que en ocasiones la falta de madurez política, la carencia de una visión académica en perspectiva, el espontaneísmo matizado con elementos de oportunismo y ganguerismo académico y manipulaciones burdas, han llevado a las luchas estudiantiles a frustraciones y fracasos, esto se da, a pesar de la genuinidad o pureza de objetivos bajo determinadas coyunturas. La misma presión del educando se convierte en freno de labor universitaria, cuando su accionar no ha llevado una dirección definida ni orientada, acorde con las condiciones objetivas y subjetivas de la realidad educativa universitaria y nacional.
Por su parte, el perfil del estudiante de las universidades privadas es, en contenido y forma, radicalmente opuesta al de la Universidad de El Salvador. El mismo carácter y esencia cerrada de dichas instituciones deja poco o ningún espacio para las actividades estudiantiles.
El estudiante que ingresa a dichos centros de estudio, se caracteriza por su extremada pasividad, conformismo e incapacidad para desarrollar acciones significativas, que puedan promover algún tipo de cambio al interior de estas instituciones.
Por lo general, la ideología que sustentan los sectores estudiantiles de las universidades privadas, oscilan desde posiciones ultraconservadoras, a una definición política pequeño burguesa y muy pocos con mentalidad progresista de cambio.
El educando no está interesado en impulsar cambios que le dificulten salir rápido, pues la máxima aspiración de dichos sectores es graduarse, obtener un título universitario que les permita elevar su statu quo como profesionales.
Los educandos de las universidades privadas ingresan a ser conformados con todo el material ideológico y político conservador de dichas instituciones, pues asumen una actitud de pasividad debido a que es convergente con su ideología de clase.
En este tipo de educación, los estudiantes son simples objetos que no oponen resistencia a la acción educadora escolástica; su desmovilización es total durante toda la carrera.
Como puede visualizarse, la dimensión de la problemática planteada, encierra elevados niveles de complejidad. La crisis de la educación en el momento histórico actual[10], obedece a causas económicas, sociales, políticas y culturales, que interactúan con una polifacética gama de factores académicos, pedagógicos y administrativos, interviniendo decisivamente en la agudización del problema. Por tanto, el fenómeno puede abordarse desde diversas ópticas de análisis, las cuales, deben ser consideradas en los niveles de importancia correspondientes, que permitan penetrar a la esencia, y que faciliten además, descubrir las múltiples relaciones causales de cómo se manifiesta la crisis, en el interior de las universidades, en forma concreta.
ESTRANGULAMIENTO ECONÓMICO Y PRESUPUESTO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
Los efectos que la crisis genera en la composición y desarrollo académico - administrativo de la Universidad de El Salvador, en esencia se expresa en el deterioro cada vez mayor de las funciones básicas que le corresponde realizar, funciones que deben ser inherentes a toda universidad, como son: la investigación, la docencia y la proyección social; pero debido en parte a las agresiones frecuentes a la autonomía universitaria y la permanente represión que sufre la institución, paulatinamente se han restringido los espacios de incidencia universitaria y la dimensión total del trabajo asumido al servicio y proyección del pueblo salvadoreño.
Por derecho constitucional, a la Universidad de El Salvador le corresponde la asignación de los fondos necesarios por parte del Estado, según el artículo 61 de la Constitución Política, donde en uno de sus párrafos literalmente dice: “se consignarán anualmente en el presupuesto del Estado, las partidas destinadas al sostenimiento de las universidades estatales y las necesarias para acrecentar y asegurar su patrimonio”. [11] Sin embargo, por mantener una posición crítica, objetiva y beligerante en defensa de los intereses de los sectores populares, es sometida a un sistemático estrangulamiento económico; esto se concreta al negarle la asignación completa del presupuesto, con lo cual, se limita al máximo la universidad para realizar las funciones, que como máximo centro de estudios le compete desarrollar.
La bancarrota económica a que es sometida por el Estado, aparte de ser una de las formas de negación de su autonomía, es un factor importante que limita las posibilidades materiales para que la institución pueda promover, financiar y desarrollar investigaciones de gran envergadura, para que pueda desarrollar programas de proyección social y la promoción sostenida y permanente de cursos de perfeccionamiento docente.
El escaso presupuesto de la universidad no permite destinar grandes cantidades de fondos para investigación de campo. Por otra parte no se cuenta con laboratorios adecuadamente equipados con tecnología apropiada y especializada, que permita impulsar investigaciones técnicas. Así mismo, la carencia de investigadores o docentes investigadores es notoria. Y es un factor objetivo de mucho peso en la crisis universitaria, la escasez de cuadros cualificados en esta área.
INVESTIGACIÓN DOCENCIA Y PROYECCIÓN SOCIAL EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
Ante tal situación, la producción científica es escasa, y en algunas áreas ha desaparecido. En la actualidad funciona la Coordinación Universitaria de Investigaciones Científicas (CUIC); pero su trabajo es más administrativo y burocrático, por lo que el ámbito de su labor científica es muy limitado. Además funcionan institutos o unidades de investigación en algunas facultades, que de cierta manera desarrollan programas y proyectos de investigación a muy pequeña escala.
La limitada producción científica restringe la calidad del proceso docente educativo, así como la proyección social. La función docente también se encuentra en crisis; la carencia de cuadros valiosos en el campo de la docencia en la actualidad provoca que los profesionales: intelectuales y técnicos formados, carezcan de los niveles de calidad que exige el pueblo y la sociedad.
Sin embargo, dentro de la crisis académica por la que atraviesa la universidad, ésta es la función que realiza de manera consistente en la formación de profesionales de las distintas carreras y es donde tímidamente, sectores docentes progresistas en determinadas facultades, carreras y asignaturas, a base de esfuerzos asumen su papel de formadores conscientes, con lo que, abren nuevas perspectivas a los educandos frente a la realidad.
La crisis de la calidad en la docencia que se proyecta en las diversas facultades, paulatinamente comienza a superarse. Los niveles de excelencia académica han sido tomados muy en cuenta, en parte por las luchas docentes y estudiantiles que han culminado con procesos de perfeccionamiento y depuración al interior de algunas facultades y departamentos. Es digno hacer notar que se están realizándose además, esfuerzos institucionales por parte de las actuales autoridades, con programas permanentes de desarrollo curricular y de perfeccionamiento docente, que se ejecutan en las distintas facultades.
Es inobjetable que la falta de investigaciones científicas, es un elemento que limita el conocimiento profundo de la realidad nacional en diferentes áreas problemáticas. Esto trae como consecuencia serias limitaciones para la docencia, pues las acciones del proceso docente que no se nutren de la investigación constante, de los problemas más agudos por los que atraviesa la sociedad, carecen de objetividad y solidez, lo cual, la vuelve rutinaria, formalista y estéril, e influye directa y desfavorablemente sobre la calidad del profesional que se forma.
El objetivo fundamental de la docencia consiste en la formación de cuadros científicos – técnicos, con alto grado de conciencia y desarrollo de la personalidad, con sólidos conocimientos y capacidades en su especialidad, con una concepción científica de la sociedad en que vive y a la cual debe responder.
La investigación es de cardinal importancia para la docencia, pues sin conocer la realidad, no pueden formarse especialistas para la producción y la vida social, especialistas con perfiles amplios, que converjan con las necesidades de proyección que requieren las clases trabajadoras en este período de transición social.
La concepción de la interacción de la investigación y la docencia como dos facetas de un mismo proceso, sólo adquiere auténtico significado cuando se establecen como unidad y además, cuando la una se nutre de la otra.
El tercer elemento fundamental, rector, cardinal y conductor de la universidad, lo constituye la proyección social, cuyo significado, enfoque y dimensión tiene carácter filosófico y estratégico.
La definición, contexto e incidencia de la proyección social, no debe reducirse a proyectos de extensión universitaria; ni mucho menos a actividades desarrolladas por grupos de estudiantes en comunidades marginales, o a programas de servicio y ayuda en organismos e instituciones de servicio y humanitarios.
El concepto auténtico de proyección social, tanto en extensión como en profundidad, debe ser la misión central de la universidad, hacia donde se orienten los esfuerzos de todo el quehacer de la institución. En consecuencia, la proyección social debe entenderse en su doble función de estrategia y táctica como factor transformador, como la incidencia e inmersión protagónica y militante de la universidad en el proceso de transición social y de liberación del pueblo salvadoreño.
La confusión e indefinición del lugar y papel de la proyección social en la estrategia académica universitaria, no ha permitido definir una política que determine hacia donde deben dirigirse todos los esfuerzos institucionales; no ha dejado identificar el núcleo central de problemas estructurales, ni aquellas áreas donde puedan canalizarse acciones concretas y se oriente el esfuerzo universitario.
Resultará difícil objetar o negar que la Universidad de El Salvador, se encuentra en crisis académica, pero por su esencia histórico – social, cualitativamente diferente, está en capacidad de encontrar el camino que la conduzca a superar los problemas que afectan su desarrollo, de modo que pueda retomar la antorcha que la historia exige: de compromiso con las mayorías populares.
INVESTIGACIÓN, DOCENCIA Y PROYECCIÓN SOCIAL EN LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS
Si la problemática que afecta a la Universidad de El Salvador, es aguda y dramática debido a las causas ya aludidas, la situación se plantea en términos ya extremados en las universidades privadas; donde la crisis se manifiesta con mayor fuerza, y refleja claramente la desesperación política y la orientación ideológica del bloque hegemónico que se traduce a través de las actividades académicas que proyectan endichas instituciones.
Las universidades privadas, para ostentar el sello de centros de educación superior universitaria y legitimar su existencia, deben cumplir con las mismas funciones señaladas en el caso de la Universidad de EL Salvador; es decir, la investigación, docencia y proyección social, sin embargo, por las circunstancias en que surgen, y la crisis de hegemonía que permiten su proliferación, su plataforma inmediata de funcionamiento se enmarca en el entorno de las medidas de carácter contrainsurgente.
Constituye una verdad incuestionable, el hecho de que las universidades privadas (única excepción Universidad Centroamericana José Simeón Cañas) no promueven ni realizan ningún tipo de investigación, y en casos esporádicos, una que otra aparecen con algún documento; pero éstos carecen de seriedad científica, de valor objetivo para ser considerados como producción de conocimiento nuevo, o como fuentes de información que permitan plantear posibilidades de solución a los problemas de origen estructural o coyuntural, que suceden en cualquier área de la realidad nacional.
Aparte de la Universidad José Simeón Cañas, las demás universidades privadas, no cuentan con cuadros especialistas dedicados a la investigación, ni promueven la formación de docentes investigadores. Las funciones asignadas a estos centros educativos se reducen exclusivamente a lanzar al mercado laboral, la reproducción de fuerza de trabajo barata; con una proyección política e ideológica servil, que tienda a la defensa y reproducción del orden social establecido. Ante tal misión que la estrategia reformista les ha destinado, es de comprender la causa por la cual, no está contemplada la investigación en sus planes de estudio y de trabajo en el corto plazo. Y cuando se encuentran señalados, constituyen letra muerta, palabras huecas que no se concretan en proyectos, programas o planes operativos ni acciones educativas de dichas instituciones.
Se ha establecido que necesariamente la investigación y la docencia, deben constituirse en unidad e interacción para que ambas actividades se desarrollen con elevados niveles de calidad.
Por el tipo de ejercicio docente que se practica en las universidades privadas, resulta fácil establecer el perfil del proceso docente – educativo, donde la enseñanza se convierte en causativa de la función docente. Si la Universidad de El, Salvador y la Universidad José Simeón Cañas concentran lo más depurado de los cuadros académicos dedicados a la docencia e investigación en el país (no obstante la crisis por la que atraviesan) qué se puede esperar de las universidades privadas, donde todo su personal es contratado por horas – clase; y “cualquiera” que ostente un título académico puede ejercer la docencia como negocio rentable, abriéndose un nuevo mercado “comercial” de sobrevivencia al cual se han dedicado muchos profesionales.
En las universidades privadas no hay tipo alguno de seguimiento, ni exigencias académicas reales, que permitan ejercer alguna forma de control sobre los profesores, respecto a la calidad del proceso docente – educativo, más bien los controles son de carácter político e ideológico y formalismos administrativos.
El profesor de las universidades privadas carece de la formación mínima en las áreas político – filosóficas, en los ámbitos académico – didáctico y en el marco de la especialidad técnico – profesional a la que se dedica.
¿Qué niveles de calidad docente pueden desarrollar profesionales que venden su fuerza de trabajo en varios centros educativos desarrollando asignaturas de distintas áreas profesionales o laborando en instituciones no educativas, ya sea gubernamental o privada, situación que en menor grado también padece la Universidad de El Salvador? Bajo tales circunstancias, es indispensable el hecho de que la única función que objetivamente pueden impulsar las universidades privadas, no se realiza con las exigencias mínimas de calidad que requieren la docencia universitaria y las necesidades demandadas por la sociedad.
La docencia en las universidades privadas es dogmática, escolástica, rígida, autoritaria y mecanicista, se limita a “transmitir” conocimientos seudocientíficos y a armar al estudiante con las “destrezas” mínimas demandas en el mercado laboral de empresa privada.
La docencia en estos centros educativos, tiene una función politizadora y de adoctrinamiento; se transforma en un instrumento de conformación cultural que contribuye a producir e integrar al hombre que esta sociedad de explotación requiere. La docencia en las universidades privadas cumple con la “función de aparato ideológico del sistema”.[12] En este mismo contexto, la Universidad José Simeón Cañas, se diferencia poco de las demás instituciones, pues los cuadros profesionales, intelectuales y técnicos que forma, salen a conformar y fortalecer mayoritariamente a la empresa privada, así como a ingresar a partidos políticos de orientación derechista – oligárquica y pequeñoburguesa.
Respecto a la proyección social, el aporte más significativo de la UCA, lo constituyen las investigaciones científicas que realiza en el área social; sin embargo, cabe destacar que las producciones investigativas desarrolladas se constituyen en un producto con mucha demanda, lo cual genera a la institución, considerables ingresos económicos lo que le da fortaleza administrativa. Asimismo, los enfoques proyectados en las investigaciones son divergentes y opuestos con la ideología interna que promueve en muchas de las carreras que ofrece, y la calidad de docencia que se realiza.
En lo que respecta, a las demás universidades privadas, donde no se realiza ningún tipo de investigación y la calidad de docencia que hacen es, en extremo deficiente, resulta fácil establecer, hacia quién se dirigen la proyección social. Donde su realidad está restringida a las aulas de los edificios en que funciona, pretendiendo ser “vírgenes inmaculadas” que nada tienen que ver con la política, la ideología ni con las clases sociales.
El marco general planteado, de la situación real de la educación universitaria en El Salvador, demuestra claramente, la crisis en que ésta se encuentra; y el verdadero papel político que juegan la educación y las universidades privadas, en el contexto del conflicto armado que vive la sociedad salvadoreña.
No me cabe ninguna duda, que lo planteado deberá generar reacciones, tanto al interior de la Universidad de El Salvador, como de las privadas, lo cual, ojala permita abrir en serio la discusión sobre el estado deplorable en que se encuentra la educación superior universitaria.
[1] G. Snyders, ¿puede haber una actitud de izquierda en pedagogía? Pág. 6
[2] Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de El Salvador, Crisis y correlación de fuerzas en El Salvador, pág. 2
[3] Comisión del Consejo Superior Universitario, Marco Teórico de referencia (documento de trabajo), pág. 99.
[4] Ibidem, pág. 99.
[5] Ibidem, pág. 99.
[6] Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, Manifiesto Nº 1, dirigido a los maestros que circuló en septiembre de 1986.
[7] Ibidem
[8] Ibidem.
[9] Paulo Freire, Aprender a leer y el proceso de liberación, pág. 115
[10] La Universidad de El Salvador, fue la única universidad por más de cien años y su protagonismo en el desarrollo del Estado – Nación siempre fue fundamental en la conformación, lucha y protagonismo de las fuerzas democráticas del país, su historia está, directamente concatenada a los acontecimientos más importantes en la historiografía del país.
[11] Asamblea Constituyente de la República de El Salvador, Constitución Política, Art. 61, pág. 22.
[12] Documento de la mesa redonda en homenaje a los docentes universitarios, desarrollada en el 145º aniversario de la Universidad de El Salvador, por los rectores de las Universidades de Centro América.
PUBLICADO POR PRIMERA VEZ EL 16 DE FEBRERO DE 1987
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