CONSIDERACIONES INÍCIALES
En el desarrollo del texto, se abordan las universidades privadas desde la perspectiva de la reedición de los diferentes modelos, que se tratan de aplicar como el de universidad – claustro, implementado en el contexto de guerra civil de la sociedad salvadoreña, también algunas instituciones con enfoques más empresariales, buscan hacer viables proyectos universitarios desde un paradigma administrativista.
no obstante, que el análisis está dedicado para las universidades privadas, también se realiza un minucioso examen, sobre los diversos enfoques que las distintas fuerzas políticas que interactúan en la Universidad de El Salvador, buscan implementar matizado por su propias concepciones y hegemonía
El gobierno de la república, el ejército, la oligarquía y los Estados Unidos en El Salvador “trataron de enfrentar la crisis estructural y la guerra con una política de cobertura modernizante y reformista que se proyectó bajo el lema de pacificación, reformas y democratización.”[1] Dicha estrategia se explica, en el seno de la educación universitaria, únicamente, después de la intervención militar que sufrió la Universidad de El Salvador, el 26 de junio de 1980; hecho que preparó las condiciones políticas y abrió, las puertas para el nacimiento de las universidades privadas, sin ningún tipo de obstáculos.
Hasta antes del cierre de la Universidad de El Salvador, únicamente existían funcionando cuatro universidades privadas: la Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aprobada por acuerdo Nº 6173, el 1º de octubre de 1965; la Albert Einstein, autorizada por acuerdo Nº 4577, el 14 de diciembre de 1977; la José Matías Delgado, aprobada por acuerdo Nº 4578, el día 14 de diciembre de 1977; y la Politécnica de El Salvador, aprobada por acuerdo Nº 1951, el 26 de marzo de 1979.
Cabe destacar que, a excepción de la Universidad José Simeón Cañas, a las demás universidades privadas, se les autorizó su funcionamiento, cuando sus facultades y carreras, se encontraban aún en trámites legales de aprobación. Los planes de estudio configurados por un listado de asignaturas únicamente, y programas de asignaturas “copiados” en su mayoría a la Universidad de El Salvador, fueron devueltos varias veces sin aprobación y con muchas observaciones. Con todo y las facilidades extremas que el Ministerio de Educación les daba.
La demanda estudiantil en dichos centros educativos era mínima, debido a la falta de garantías, por su inestabilidad y cuestionada legalidad indefinida; asimismo, por la incapacidad científica, técnica y pedagógica de los cuadros docentes; además, por la carencia de instalaciones adecuadas y equipo especializado de laboratorio que demandan algunas carreras. Tal situación generó bajos niveles de calidad de la educación ofertada por dichas instituciones, que no estaba en correspondencia, con los onerosos costos que tenía que hacer efectivos el estudiante.
Para comprender bien este hecho, hay que hacer algunas consideraciones necesarias: la modernización del sistema capitalista, impulsada por los Estados Unidos; en lo esencial, no modifica las relaciones sociales, que engendra la esclavitud salarial de los trabajadores a causa de la propiedad privada sobre los medios de producción, y por ende la extremada concentración de capital. Los planes diseñados por los “especialistas” el servicio imperio y los monopolios norteamericanos, se limitan a efectuar pequeñas concesiones, dentro de las cuales, se encuentra comprendida una mayor apertura y cobertura del sistema educativo; esto se da, bajo términos puramente cuantitativos, claramente delimitados en el plan general de cultura y educación 83 – 2000. Pero dicho plan reformista, en la esfera de la educación universitaria, fue abortado antes de la fecha del parto; debido a que, con la prolongada situación revolucionaria de los años 1979 – 1980, la Universidad de El Salvador, al retomar su papel histórico, que le correspondía como forjadora de una conciencia crítica, orientadora y protagónica en las luchas populares, fue sometida a una persecución sistemática en contra sus docentes, estudiantes y trabajadores; lo que, culminó con la destrucción del patrimonio universitario, por la ocupación militar de sus instalaciones durante más de cuatro años, con la cual, “entra en un período de oscurantismo cultural y así se intenta opacar la voz científica”[2] de la universidad.
Para justificar el genocidio y mutilación de la universidad, los detractores tradicionales, enemigos de la ciencia, la cultura y el progreso, esgrimen los mismos argumentos gastados, calificándola de santuario del terrorismo. Pero las fuerzas oscurantistas, no lograron valorar objetivamente que, no es la Universidad de El Salvador la causa que engendra la revolución; y aunque la institución fue cerrada al pueblo, éste continúo el curso de su proceso de liberación, elevando y profundizando la lucha a niveles cualitativamente superiores, independientemente de las condiciones en que la universidad se encontrara. Sin embargo, la valoración errada que el régimen hizo, la condenó a permanecer cerrada, periodo en el cual, la destrucción de su patrimonio fue considerable por el saqueo de que fue objeto y al deterioro de sus instalaciones.
El cierre no debe entenderse como una acción casual, dado que estaba contemplando, dentro de los planes políticos y militares del régimen, lo que la convirtió en un objetivo militar, razón por la cual, los recintos universitarios no fueron recuperados a corto plazo. Ese hecho abre espacios para la proliferación de las universidades privadas, “con lo cual, la educación universitaria pasa a constituir un negocio de libre empresa, sin determinar las consecuencias que puede tener para el país,”[3] por tanto, el origen de las universidades privadas no obedece en el momento histórico de su surgimiento, a un desarrollo sistemáticamente planificado, organizado y orientado adecuadamente a formar cuadros científicos, intelectuales y técnicos que demandan las necesidades sociales de las masas trabajadoras.
Por otra parte, la medida de autorización de universidades privadas, sin ningún control, ni restricción, que garantizará los niveles mínimos de calidad académica y condiciones necesarias para un buen funcionamiento, obedece a un plan estratégico y táctico; plan, que no puede ser reducido a una necesidad coyuntural; la dimensión y significado de la proliferación de universidades privadas, forma parte integral de la línea reformista impulsada en el país.
El número de universidades privadas, se presta a falsas apreciaciones, que constituyen un elemento esgrimido en su favor por parte del Estado, para apoyar su tesis demagógica de una amplia apertura, cobertura y democratización de la educación universitaria.
Se trata, falsamente de demostrar, que la educación universitaria se eleva sobre una espirar ascensional de desarrollo cualitativo, coherente con las necesidades socio – históricas del país. Resulta inobjetable que tales planteamientos, carecen de honestidad y seriedad, pues constituyen únicamente simples afirmaciones ideológicas; son frases huecas, vacías y pueriles que están muy distantes de reflejar la realidad, por la que atraviesa la educación universitaria.
LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS Y REEDICIÓN DEL MODELO DE
UNIVERSIDAD CLAUSTRO
Todo proyecto de universidad se materializa a partir de la estructuración, articulación, abordaje y solución de tres problemas fundamentales, los que se definen a diferentes niveles:
a) Los problemas filosóficos o de concepciones teóricas de los elementos cardinales que determinan el perfil universitario;
b) La estrategia académica a través de la cual se traducen en políticas educativas, los objetivos y el proyecto político por concretar; y
c) El conjunto de tácticas elaboradas, desarrolladas e instrumentadas en la materialización y conducción de todo el proceso, para la instauración y hegemonía del modelo de universidad planteado.
En este marco de análisis, las universidades privadas en El Salvador han configurado su proyecto de universidad, cuya esencia filosófica y marco académico se encuadran en la tesis de universidad- claustro.
El carácter orgánico (identificación directa con los sectores política y económicamente hegemónicos en la sociedad salvadoreñas) de las universidades privadas, explicado a través de sus misiones fundamentales y objetivos políticos que persiguen, las convierte en aparatos de reproducción ideológica de las clases dominantes y de control social de Estado, mediante la promoción de la cultura de dependencia y subordinación.
El modelo universidad – claustro, impulsado a través de las universidades privadas, se enmarca en un replanteamiento modernizante de la educación y en el marco de una línea estratégica de reprivatización de la formación profesional, en el contexto de un neoliberalismo económico, de un neopositivismo cientificista, un neopragmatismo utilitarista y un neoconductismo. Todas estas fuentes económicas, filosóficas y psicológicas son retomadas, reelaboradas y adaptadas a las condiciones concretas de guerra civil, ajustadas y aplicadas a un nuevo frente de guerra cuyo escenario de operaciones no es militar, la gran batalla en el área de la cultura y la educación superior consiste en ganar la mente y los corazones de la élite estudiantil; la que dentro de la pirámide educativa discriminatoria y excluyente, tiene acceso a estos centros educativos.
Las universidades privadas, con excepción de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), sustentan una ideología que va, desde posiciones de centro – derecha hasta las ultraderechistas. Es decir, desde concepciones pequeño – burguesas pasivas hasta las fascistas – militantes. En este abanico de posiciones político – ideológicas, el modelo universidad – claustro tiene sus variantes importantes que se manifiestan en el quehacer de cada institución.
De acuerdo con lo anterior puede clasificarse a las universidades privadas en tres grandes grupos:
A) Aquellas universidades anticientíficas, cuya estructura conserva muchos rasgos de los monasterios de la época del feudalismo; caracterizados por una envoltura religiosa a través de la cual se promueve el anticomunismo. Su hacer académico gira en torno a un cristianismo- ultraconservador. Su objetivo, combatir el ateísmo, su misión, garantizar la preservación del capitalismo. Están surgiendo en la actualidad varias universidades de este tipo patrocinadas por iglesias, del ámbito evangélico fundamentalista.
B) En el segundo grupo, se ubican las universidades que se auto-declaran apolíticas y neutrales por encima de las luchas de clases, al margen de los conflictos sociales; enarbolan la bandera de la excelencia académica, bajo una concepción científica trasnochada, profesionalizante y desideologizada. Se ubican aquí la mayoría de las universidades que han proliferado en el país, que pretenden no ser alineadas directamente dentro de la estrategia contra insurgente, de guerra de baja intensidad en el contexto educativo. Su proyección es consolidarse y fortalecerse institucionalmente, de cara a convertir la educación universitaria, en un negocio privado permanente y rentable en el marco del viraje neoliberal, que paulatinamente se buscará instaurar como modelo de desarrollo económico y social, después de finalizado el conflicto armado.
C) En el tercer grupo se ubican las universidades abiertamente anticomunistas, que asumen directamente una opción de partido, cuya ideología se circunscribe en los marcos ultraconservadores. El ejemplo de este tipo de universidades, con carácter más representativo en el país, lo constituye la Universidad José Matías Delgado. Que en la actualidad es donde la derecha forma los contingentes de cuadros para fortalecer y desarrollar sus organizaciones sociales, políticas y formar los gerentes que los sectores empresariales buscan, así como, los funcionarios y empleados públicos hechos a la medida para la hegemonía de las fuerzas de derecha.
El modelo universidad – claustro en las instituciones privadas está edificado sobre una noción empresarial de la educación superior, independientemente de la envoltura y forma ideológica que adopten. Por tanto, la reedición de dicho modelo en las condiciones de guerra civil en El Salvador, es extremadamente elitista; además recoge un ideal de educación para qué, expresado en una conjugación de objetivos y finalidades retomados de la concepción de la universidad napoleónica y de los modelos universitarios imperiales en su concepción ideológica, tales como el inglés, y esencialmente el norteamericano.
UNIVERSIDADES PRIVADAS Y EL MODELO UNIVERSIDAD – ADMINISTRATIVA
En esta combinación de modelos, ideales, aspiraciones, objetivos y finalidades, retomados a partir del desarrollo capitalista y al cual, le son inherentes, se promueve en el país el modelo de universidad – administrativa; fórmula que recoge los elementos fundamentales de la concepción claustriana, con un contenido ideológico contrainsurgente renovado. Algunas de ellas probablemente evolucionarán después del conflicto y su calidad académica probablemente mejorará muy lentamente y como empresas se volverán muy rentables encareciendo el acceso a la educación universitaria.
Este replanteamiento de la tesis universidad – claustro, evolucionada y presenta como el modelo de la universidad – administrativa, se manifiesta como más práctica y más adaptada a los intereses y necesidades de los grupos empresariales y las fuerzas políticas que ostenten el poder en las clases dominantes en El Salvador.
En la concepción de las universidades privadas subyace un paradigma de educación para el prestigio, y educación para el provecho. Se vende la idea de que se estudia para progresar y ascender de status social. La actual sociedad capitalista con abismal diferencias de clase, plantea como alternativa de movilidad social la opción a través del estudio; en consecuencia se estudia para ser respetado y ganar mucho dinero, al margen de las dimensiones éticas que este hecho pueda tener. Lo cual, en la práctica siempre ha tenido mucho de verdad, en general para una persona que culmina una carrera universitaria en cualquier institución incluida la Universidad de El Salvador. Lo inaceptable es vender la educación universitaria únicamente como un ascensor social infalible, lo cual, tampoco es cierto.
La concepción de universidad – administrativa, es un criterio esencialmente capitalista que convierte a la educación en una mercancía que pasa hacer controlada por los arbitrios de quienes controlan el mercado de la educación superior, buscando regular su funcionamiento como una empresa privada más, sin tomar en consideración la especialidad que implica lo académico aun en estos centros educativos.
En síntesis, la concepción del modelo de universidad – administrativa al retomar lo fundamental de la universidad – claustro, se estructura en las universidades privadas con las siguientes características:
A) Desideologización (despolitización) hacia el interior del sistema (concepción del trabajo académico, de la labor docente, de la actividad estudiantil y de la noción científica – técnica, neutral y apolítica).
B) Su integración orgánica a los intereses de los grupos dominantes.
C) Su funcionamiento a nivel de empresa capitalista regulada por quienes controlan y manipulan los mercados de la oferta educativa.
D) Su estructura académica vertical, donde quedan excluidos los maestros y los alumnos de la política académica, dado que todas las decisiones son tomadas por sus dueños, en función de maximizar la rentabilidad quedando en un segundo plano la calidad.
E) Su educación paternalista y autoritaria que pone el acento en la eficiencia y eficacia de la institución en la administración de los recursos.
F) Una concepción elitista de la universidad donde la instrucción es considerada como mercancía.[4]
La vinculación directa y orgánica del proyecto educativo de las universidades privadas con las clases dominantes en su génesis, plantea un panorama que hace prever que el deterioro y la crisis de la educación universitaria en el país se profundizará; esto obedece a la subordinación total de lo académico a lo político, en la dimensión contrainsurgente ya señalada.
Las universidades privadas, al responder directamente a los intereses de sus dueños en primera instancia y de los grupos de poder y encausar toda la formación de técnicos y profesionistas para el capital, cumplen sus objetivos y finalidades para los cuales fueron creadas. En consecuencia, puede afirmarse categóricamente que dichos centros de estudio en ningún momento están al servicio de responder a los grandes problemas de la sociedad, por el contrario, sirven como instrumentos para formar ideólogos y los empleados con algún grado de calificación que garanticen la hegemonía política de los sectores dominantes.
El capital en El Salvador pretende promover sus propios intelectuales orgánicos de clase, asumiendo directamente el control de la formación profesional a través de fundaciones empresariales como FUSADES O FEPADE; con universidades como la José Matías Delgado éstas son financiadas, dirigidas y asesoradas por lo profesionales que trabajan en los proyectos de la oligarquía salvadoreña y cuentan con la cooperación de programas de las agencias internacionales norteamericanas, como la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID)
Las consideraciones que pueden hacerse en torno a la ofensiva en el área de la cultura y la educación en El Salvador, son básicamente en torno a tres aspectos:
A) Hay que considerar, que el proyecto de universidades privadas, en parte se ha consolidado estructuralmente. Es decir que van a sobrevivir el objetivo coyuntural por el cual, se facilito su creación y probablemente algunas logren niveles de independencia respecto al poder hegemónico y se conviertan en universidades respetables.
B) Que el pretendido modelo de universidad – administrativa que se procuró instaurar, se desarrolló en su forma más primitiva, tomando todos los rasgos más reaccionarios de la línea más dura y radical de la ideología anticomunista.
C) Cabe destacar, que las pretensiones del proyecto inicial de enlazar las universidades privadas, con la investigación y el desarrollo innovador de la producción industrial y agrícola, ha sido imposible llevarlo a la práctica hasta el momento actual. Si únicamente se sobre valora únicamente la ganancia por encima de crear verdaderas instituciones universitarias difícilmente se lograrán los objetivos declarados.
EN TORNO AL MODELO ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
La lucha por el control y la hegemonía en la Universidad de El Salvador, han sido los rasgos más característicos de los años recientes en su historia. La pugna entre las diferentes expresiones políticas ha estado orientada al control y manejo de la institución.
En este marco de lucha y contradicciones por la instauración de un proyecto político universitario, cada sector ha querido hacer de la institución el reflejo de su propia ideología de clase, con las desviaciones y variaciones respectivas.
Los sectores de derecha, compuestos por docentes, estudiantes y trabajadores administrativos, que siempre han tenido fuerte presencia al interior de la universidad, aspiran a edificar el trabajo universitario dentro de un marco conceptual de la tesis universidad – claustro. Pretenden hacer de la institución un centro educativo desvinculado de la política, alejada de las luchas populares y de la participación al lado del pueblo; se pronuncian por una universidad neutral, académica y pasiva.
Los sectores de izquierda, en sus diferentes matices y concepciones respecto a la Universidad, van desde posiciones ultrarevolucionarias y aventureristas hasta enfoques objetivos, maduros y científicos; todos ellos, enmarcados en las posibilidades reales que tiene la Universidad para aportar al proceso de cambio.
En el contexto de las concepciones del aventurerismo revolucionario, se enmarca la tesis universidad – partido. Los que comparten esta posición consideran que el papel y las funciones fundamentales de la Universidad no están enmarcados en las tareas académicas, sino en la participación revolucionaria directa; y por tanto, cualquier actividad se subordina a las necesidades del partido, constituido como vanguardia de la revolución. Este enfoque reduce a la Universidad a un simple apéndice del partido, valora que la tarea principal de la Universidad, debe ser su contribución directa en la toma del poder político.
Este planeamiento, perfilado en el aventurerismo revolucionario, es sustentado básicamente por los sectores más radicalizados de la institución (especialmente los estudiantes); y refleja el grado de dogmatismo, esquematismo, simplismo y miopía política con que se abordan las cuestiones universitarias.
“la tesis universidad – partido cuya nota esencial es considerar que la universidad debe estar ligada orgánicamente a la clase proletaria y que su función principal es por tanto política,” [5] conduce a un primitivismo teórico y a un infantilismo de izquierda; esto en lo académico lleva a la Universidad a la bancarrota, a la anarquía y al total deterioro académico y a una persecución política abierta y frontal por parte del régimen.
Otros sectores universitarios pequeño burgueses, pero autodenominados de izquierda, en sus desilusiones sociales y con su ideología fatalista, consideran que la Universidad únicamente responde a los intereses de clase de los sectores dominantes de la sociedad; y que por tanto, el único papel que en la práctica cumple la institución, es formar profesionales y reproducir el sistema capitalista, y en tal sentido, da lo mismo, que la Universidad esté abierta o cerrada, pues no cumple papel alguno al servicio de las clases populares.
La tesis debe ser rechazada cuando la práctica demuestra con hechos concretos el hostigamiento, la represión de que ha sido objeto la Universidad de El Salvador por sus posiciones políticas en el contexto del conflicto armado, lo cual, significa que la institución no sólo cumple una función reproductora, sino que también transformadora, lo que no comprenden dichos sectores.
La renovación de la Universidad, en la actualidad ha llevado a que en un proceso lento, pero cada vez más firme, se vaya desarrollando una nueva concepción de su quehacer académico y político en el marco de la tesis universidad – pueblo, se acelera “la posibilidad real de transformar la universidad en una institución democrática, privándola de su carácter orgánico respecto a la ideología de la clase dominante”,[6] reconociendo a su vez las grandes limitaciones y obstáculos, tanto institucionales como sociales que dificultan tal tarea. Ciertamente la reforma universitaria y los cambios curriculares, enfrentan dificultades por el estrangulamiento económico que enfrenta la universidad y por el hostigamiento y persecución política, pero también, para hacerle honor a la verdad hay que señalar, que al interior los sectores universitarios les cuestan asumir una mentalidad de cambio y la brecha se está abriendo de manera paulatina.
Esta última tesis es sostenida e impulsada por los sectores de mayor madurez política en la institución; quienes plantean enfocar en el contexto de la especialidad académica la verdadera politicidad de la universidad; así la vinculan de múltiples formas, a las grandes necesidades que padece el pueblo salvadoreño; reconocen a su vez que a la “Universidad no le corresponde protagonizar la transformación social; sin embargo puede y debe contribuir a ella a través de la superación de su vida institucional, desarrollando la conciencia social en torno a los problemas cardinales que afectan al país, así como impulsando las fuerzas culturales, científicas y técnicas necesarias para su solución”.[7]
En este contexto de la concepción universidad – pueblo, no obstante el conflicto armado que vive la sociedad salvadoreña, hay signos alentadores de responsabilidad y de búsqueda de la excelencia considerando las realidades y limitaciones, la construcción universitaria continua y el esfuerzo es un proceso que apenas comienza y al cual, hay que sumarse de manera consciente y analítica aportando los talentos y asumiéndolo con talante firme.
[1] Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de El Salvador, Crisis y correlación de fuerzas en El Salvador, pág. 2
En el desarrollo del texto, se abordan las universidades privadas desde la perspectiva de la reedición de los diferentes modelos, que se tratan de aplicar como el de universidad – claustro, implementado en el contexto de guerra civil de la sociedad salvadoreña, también algunas instituciones con enfoques más empresariales, buscan hacer viables proyectos universitarios desde un paradigma administrativista.
no obstante, que el análisis está dedicado para las universidades privadas, también se realiza un minucioso examen, sobre los diversos enfoques que las distintas fuerzas políticas que interactúan en la Universidad de El Salvador, buscan implementar matizado por su propias concepciones y hegemonía
El gobierno de la república, el ejército, la oligarquía y los Estados Unidos en El Salvador “trataron de enfrentar la crisis estructural y la guerra con una política de cobertura modernizante y reformista que se proyectó bajo el lema de pacificación, reformas y democratización.”[1] Dicha estrategia se explica, en el seno de la educación universitaria, únicamente, después de la intervención militar que sufrió la Universidad de El Salvador, el 26 de junio de 1980; hecho que preparó las condiciones políticas y abrió, las puertas para el nacimiento de las universidades privadas, sin ningún tipo de obstáculos.
Hasta antes del cierre de la Universidad de El Salvador, únicamente existían funcionando cuatro universidades privadas: la Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aprobada por acuerdo Nº 6173, el 1º de octubre de 1965; la Albert Einstein, autorizada por acuerdo Nº 4577, el 14 de diciembre de 1977; la José Matías Delgado, aprobada por acuerdo Nº 4578, el día 14 de diciembre de 1977; y la Politécnica de El Salvador, aprobada por acuerdo Nº 1951, el 26 de marzo de 1979.
Cabe destacar que, a excepción de la Universidad José Simeón Cañas, a las demás universidades privadas, se les autorizó su funcionamiento, cuando sus facultades y carreras, se encontraban aún en trámites legales de aprobación. Los planes de estudio configurados por un listado de asignaturas únicamente, y programas de asignaturas “copiados” en su mayoría a la Universidad de El Salvador, fueron devueltos varias veces sin aprobación y con muchas observaciones. Con todo y las facilidades extremas que el Ministerio de Educación les daba.
La demanda estudiantil en dichos centros educativos era mínima, debido a la falta de garantías, por su inestabilidad y cuestionada legalidad indefinida; asimismo, por la incapacidad científica, técnica y pedagógica de los cuadros docentes; además, por la carencia de instalaciones adecuadas y equipo especializado de laboratorio que demandan algunas carreras. Tal situación generó bajos niveles de calidad de la educación ofertada por dichas instituciones, que no estaba en correspondencia, con los onerosos costos que tenía que hacer efectivos el estudiante.
Para comprender bien este hecho, hay que hacer algunas consideraciones necesarias: la modernización del sistema capitalista, impulsada por los Estados Unidos; en lo esencial, no modifica las relaciones sociales, que engendra la esclavitud salarial de los trabajadores a causa de la propiedad privada sobre los medios de producción, y por ende la extremada concentración de capital. Los planes diseñados por los “especialistas” el servicio imperio y los monopolios norteamericanos, se limitan a efectuar pequeñas concesiones, dentro de las cuales, se encuentra comprendida una mayor apertura y cobertura del sistema educativo; esto se da, bajo términos puramente cuantitativos, claramente delimitados en el plan general de cultura y educación 83 – 2000. Pero dicho plan reformista, en la esfera de la educación universitaria, fue abortado antes de la fecha del parto; debido a que, con la prolongada situación revolucionaria de los años 1979 – 1980, la Universidad de El Salvador, al retomar su papel histórico, que le correspondía como forjadora de una conciencia crítica, orientadora y protagónica en las luchas populares, fue sometida a una persecución sistemática en contra sus docentes, estudiantes y trabajadores; lo que, culminó con la destrucción del patrimonio universitario, por la ocupación militar de sus instalaciones durante más de cuatro años, con la cual, “entra en un período de oscurantismo cultural y así se intenta opacar la voz científica”[2] de la universidad.
Para justificar el genocidio y mutilación de la universidad, los detractores tradicionales, enemigos de la ciencia, la cultura y el progreso, esgrimen los mismos argumentos gastados, calificándola de santuario del terrorismo. Pero las fuerzas oscurantistas, no lograron valorar objetivamente que, no es la Universidad de El Salvador la causa que engendra la revolución; y aunque la institución fue cerrada al pueblo, éste continúo el curso de su proceso de liberación, elevando y profundizando la lucha a niveles cualitativamente superiores, independientemente de las condiciones en que la universidad se encontrara. Sin embargo, la valoración errada que el régimen hizo, la condenó a permanecer cerrada, periodo en el cual, la destrucción de su patrimonio fue considerable por el saqueo de que fue objeto y al deterioro de sus instalaciones.
El cierre no debe entenderse como una acción casual, dado que estaba contemplando, dentro de los planes políticos y militares del régimen, lo que la convirtió en un objetivo militar, razón por la cual, los recintos universitarios no fueron recuperados a corto plazo. Ese hecho abre espacios para la proliferación de las universidades privadas, “con lo cual, la educación universitaria pasa a constituir un negocio de libre empresa, sin determinar las consecuencias que puede tener para el país,”[3] por tanto, el origen de las universidades privadas no obedece en el momento histórico de su surgimiento, a un desarrollo sistemáticamente planificado, organizado y orientado adecuadamente a formar cuadros científicos, intelectuales y técnicos que demandan las necesidades sociales de las masas trabajadoras.
Por otra parte, la medida de autorización de universidades privadas, sin ningún control, ni restricción, que garantizará los niveles mínimos de calidad académica y condiciones necesarias para un buen funcionamiento, obedece a un plan estratégico y táctico; plan, que no puede ser reducido a una necesidad coyuntural; la dimensión y significado de la proliferación de universidades privadas, forma parte integral de la línea reformista impulsada en el país.
El número de universidades privadas, se presta a falsas apreciaciones, que constituyen un elemento esgrimido en su favor por parte del Estado, para apoyar su tesis demagógica de una amplia apertura, cobertura y democratización de la educación universitaria.
Se trata, falsamente de demostrar, que la educación universitaria se eleva sobre una espirar ascensional de desarrollo cualitativo, coherente con las necesidades socio – históricas del país. Resulta inobjetable que tales planteamientos, carecen de honestidad y seriedad, pues constituyen únicamente simples afirmaciones ideológicas; son frases huecas, vacías y pueriles que están muy distantes de reflejar la realidad, por la que atraviesa la educación universitaria.
LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS Y REEDICIÓN DEL MODELO DE
UNIVERSIDAD CLAUSTRO
Todo proyecto de universidad se materializa a partir de la estructuración, articulación, abordaje y solución de tres problemas fundamentales, los que se definen a diferentes niveles:
a) Los problemas filosóficos o de concepciones teóricas de los elementos cardinales que determinan el perfil universitario;
b) La estrategia académica a través de la cual se traducen en políticas educativas, los objetivos y el proyecto político por concretar; y
c) El conjunto de tácticas elaboradas, desarrolladas e instrumentadas en la materialización y conducción de todo el proceso, para la instauración y hegemonía del modelo de universidad planteado.
En este marco de análisis, las universidades privadas en El Salvador han configurado su proyecto de universidad, cuya esencia filosófica y marco académico se encuadran en la tesis de universidad- claustro.
El carácter orgánico (identificación directa con los sectores política y económicamente hegemónicos en la sociedad salvadoreñas) de las universidades privadas, explicado a través de sus misiones fundamentales y objetivos políticos que persiguen, las convierte en aparatos de reproducción ideológica de las clases dominantes y de control social de Estado, mediante la promoción de la cultura de dependencia y subordinación.
El modelo universidad – claustro, impulsado a través de las universidades privadas, se enmarca en un replanteamiento modernizante de la educación y en el marco de una línea estratégica de reprivatización de la formación profesional, en el contexto de un neoliberalismo económico, de un neopositivismo cientificista, un neopragmatismo utilitarista y un neoconductismo. Todas estas fuentes económicas, filosóficas y psicológicas son retomadas, reelaboradas y adaptadas a las condiciones concretas de guerra civil, ajustadas y aplicadas a un nuevo frente de guerra cuyo escenario de operaciones no es militar, la gran batalla en el área de la cultura y la educación superior consiste en ganar la mente y los corazones de la élite estudiantil; la que dentro de la pirámide educativa discriminatoria y excluyente, tiene acceso a estos centros educativos.
Las universidades privadas, con excepción de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), sustentan una ideología que va, desde posiciones de centro – derecha hasta las ultraderechistas. Es decir, desde concepciones pequeño – burguesas pasivas hasta las fascistas – militantes. En este abanico de posiciones político – ideológicas, el modelo universidad – claustro tiene sus variantes importantes que se manifiestan en el quehacer de cada institución.
De acuerdo con lo anterior puede clasificarse a las universidades privadas en tres grandes grupos:
A) Aquellas universidades anticientíficas, cuya estructura conserva muchos rasgos de los monasterios de la época del feudalismo; caracterizados por una envoltura religiosa a través de la cual se promueve el anticomunismo. Su hacer académico gira en torno a un cristianismo- ultraconservador. Su objetivo, combatir el ateísmo, su misión, garantizar la preservación del capitalismo. Están surgiendo en la actualidad varias universidades de este tipo patrocinadas por iglesias, del ámbito evangélico fundamentalista.
B) En el segundo grupo, se ubican las universidades que se auto-declaran apolíticas y neutrales por encima de las luchas de clases, al margen de los conflictos sociales; enarbolan la bandera de la excelencia académica, bajo una concepción científica trasnochada, profesionalizante y desideologizada. Se ubican aquí la mayoría de las universidades que han proliferado en el país, que pretenden no ser alineadas directamente dentro de la estrategia contra insurgente, de guerra de baja intensidad en el contexto educativo. Su proyección es consolidarse y fortalecerse institucionalmente, de cara a convertir la educación universitaria, en un negocio privado permanente y rentable en el marco del viraje neoliberal, que paulatinamente se buscará instaurar como modelo de desarrollo económico y social, después de finalizado el conflicto armado.
C) En el tercer grupo se ubican las universidades abiertamente anticomunistas, que asumen directamente una opción de partido, cuya ideología se circunscribe en los marcos ultraconservadores. El ejemplo de este tipo de universidades, con carácter más representativo en el país, lo constituye la Universidad José Matías Delgado. Que en la actualidad es donde la derecha forma los contingentes de cuadros para fortalecer y desarrollar sus organizaciones sociales, políticas y formar los gerentes que los sectores empresariales buscan, así como, los funcionarios y empleados públicos hechos a la medida para la hegemonía de las fuerzas de derecha.
El modelo universidad – claustro en las instituciones privadas está edificado sobre una noción empresarial de la educación superior, independientemente de la envoltura y forma ideológica que adopten. Por tanto, la reedición de dicho modelo en las condiciones de guerra civil en El Salvador, es extremadamente elitista; además recoge un ideal de educación para qué, expresado en una conjugación de objetivos y finalidades retomados de la concepción de la universidad napoleónica y de los modelos universitarios imperiales en su concepción ideológica, tales como el inglés, y esencialmente el norteamericano.
UNIVERSIDADES PRIVADAS Y EL MODELO UNIVERSIDAD – ADMINISTRATIVA
En esta combinación de modelos, ideales, aspiraciones, objetivos y finalidades, retomados a partir del desarrollo capitalista y al cual, le son inherentes, se promueve en el país el modelo de universidad – administrativa; fórmula que recoge los elementos fundamentales de la concepción claustriana, con un contenido ideológico contrainsurgente renovado. Algunas de ellas probablemente evolucionarán después del conflicto y su calidad académica probablemente mejorará muy lentamente y como empresas se volverán muy rentables encareciendo el acceso a la educación universitaria.
Este replanteamiento de la tesis universidad – claustro, evolucionada y presenta como el modelo de la universidad – administrativa, se manifiesta como más práctica y más adaptada a los intereses y necesidades de los grupos empresariales y las fuerzas políticas que ostenten el poder en las clases dominantes en El Salvador.
En la concepción de las universidades privadas subyace un paradigma de educación para el prestigio, y educación para el provecho. Se vende la idea de que se estudia para progresar y ascender de status social. La actual sociedad capitalista con abismal diferencias de clase, plantea como alternativa de movilidad social la opción a través del estudio; en consecuencia se estudia para ser respetado y ganar mucho dinero, al margen de las dimensiones éticas que este hecho pueda tener. Lo cual, en la práctica siempre ha tenido mucho de verdad, en general para una persona que culmina una carrera universitaria en cualquier institución incluida la Universidad de El Salvador. Lo inaceptable es vender la educación universitaria únicamente como un ascensor social infalible, lo cual, tampoco es cierto.
La concepción de universidad – administrativa, es un criterio esencialmente capitalista que convierte a la educación en una mercancía que pasa hacer controlada por los arbitrios de quienes controlan el mercado de la educación superior, buscando regular su funcionamiento como una empresa privada más, sin tomar en consideración la especialidad que implica lo académico aun en estos centros educativos.
En síntesis, la concepción del modelo de universidad – administrativa al retomar lo fundamental de la universidad – claustro, se estructura en las universidades privadas con las siguientes características:
A) Desideologización (despolitización) hacia el interior del sistema (concepción del trabajo académico, de la labor docente, de la actividad estudiantil y de la noción científica – técnica, neutral y apolítica).
B) Su integración orgánica a los intereses de los grupos dominantes.
C) Su funcionamiento a nivel de empresa capitalista regulada por quienes controlan y manipulan los mercados de la oferta educativa.
D) Su estructura académica vertical, donde quedan excluidos los maestros y los alumnos de la política académica, dado que todas las decisiones son tomadas por sus dueños, en función de maximizar la rentabilidad quedando en un segundo plano la calidad.
E) Su educación paternalista y autoritaria que pone el acento en la eficiencia y eficacia de la institución en la administración de los recursos.
F) Una concepción elitista de la universidad donde la instrucción es considerada como mercancía.[4]
La vinculación directa y orgánica del proyecto educativo de las universidades privadas con las clases dominantes en su génesis, plantea un panorama que hace prever que el deterioro y la crisis de la educación universitaria en el país se profundizará; esto obedece a la subordinación total de lo académico a lo político, en la dimensión contrainsurgente ya señalada.
Las universidades privadas, al responder directamente a los intereses de sus dueños en primera instancia y de los grupos de poder y encausar toda la formación de técnicos y profesionistas para el capital, cumplen sus objetivos y finalidades para los cuales fueron creadas. En consecuencia, puede afirmarse categóricamente que dichos centros de estudio en ningún momento están al servicio de responder a los grandes problemas de la sociedad, por el contrario, sirven como instrumentos para formar ideólogos y los empleados con algún grado de calificación que garanticen la hegemonía política de los sectores dominantes.
El capital en El Salvador pretende promover sus propios intelectuales orgánicos de clase, asumiendo directamente el control de la formación profesional a través de fundaciones empresariales como FUSADES O FEPADE; con universidades como la José Matías Delgado éstas son financiadas, dirigidas y asesoradas por lo profesionales que trabajan en los proyectos de la oligarquía salvadoreña y cuentan con la cooperación de programas de las agencias internacionales norteamericanas, como la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID)
Las consideraciones que pueden hacerse en torno a la ofensiva en el área de la cultura y la educación en El Salvador, son básicamente en torno a tres aspectos:
A) Hay que considerar, que el proyecto de universidades privadas, en parte se ha consolidado estructuralmente. Es decir que van a sobrevivir el objetivo coyuntural por el cual, se facilito su creación y probablemente algunas logren niveles de independencia respecto al poder hegemónico y se conviertan en universidades respetables.
B) Que el pretendido modelo de universidad – administrativa que se procuró instaurar, se desarrolló en su forma más primitiva, tomando todos los rasgos más reaccionarios de la línea más dura y radical de la ideología anticomunista.
C) Cabe destacar, que las pretensiones del proyecto inicial de enlazar las universidades privadas, con la investigación y el desarrollo innovador de la producción industrial y agrícola, ha sido imposible llevarlo a la práctica hasta el momento actual. Si únicamente se sobre valora únicamente la ganancia por encima de crear verdaderas instituciones universitarias difícilmente se lograrán los objetivos declarados.
EN TORNO AL MODELO ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
La lucha por el control y la hegemonía en la Universidad de El Salvador, han sido los rasgos más característicos de los años recientes en su historia. La pugna entre las diferentes expresiones políticas ha estado orientada al control y manejo de la institución.
En este marco de lucha y contradicciones por la instauración de un proyecto político universitario, cada sector ha querido hacer de la institución el reflejo de su propia ideología de clase, con las desviaciones y variaciones respectivas.
Los sectores de derecha, compuestos por docentes, estudiantes y trabajadores administrativos, que siempre han tenido fuerte presencia al interior de la universidad, aspiran a edificar el trabajo universitario dentro de un marco conceptual de la tesis universidad – claustro. Pretenden hacer de la institución un centro educativo desvinculado de la política, alejada de las luchas populares y de la participación al lado del pueblo; se pronuncian por una universidad neutral, académica y pasiva.
Los sectores de izquierda, en sus diferentes matices y concepciones respecto a la Universidad, van desde posiciones ultrarevolucionarias y aventureristas hasta enfoques objetivos, maduros y científicos; todos ellos, enmarcados en las posibilidades reales que tiene la Universidad para aportar al proceso de cambio.
En el contexto de las concepciones del aventurerismo revolucionario, se enmarca la tesis universidad – partido. Los que comparten esta posición consideran que el papel y las funciones fundamentales de la Universidad no están enmarcados en las tareas académicas, sino en la participación revolucionaria directa; y por tanto, cualquier actividad se subordina a las necesidades del partido, constituido como vanguardia de la revolución. Este enfoque reduce a la Universidad a un simple apéndice del partido, valora que la tarea principal de la Universidad, debe ser su contribución directa en la toma del poder político.
Este planeamiento, perfilado en el aventurerismo revolucionario, es sustentado básicamente por los sectores más radicalizados de la institución (especialmente los estudiantes); y refleja el grado de dogmatismo, esquematismo, simplismo y miopía política con que se abordan las cuestiones universitarias.
“la tesis universidad – partido cuya nota esencial es considerar que la universidad debe estar ligada orgánicamente a la clase proletaria y que su función principal es por tanto política,” [5] conduce a un primitivismo teórico y a un infantilismo de izquierda; esto en lo académico lleva a la Universidad a la bancarrota, a la anarquía y al total deterioro académico y a una persecución política abierta y frontal por parte del régimen.
Otros sectores universitarios pequeño burgueses, pero autodenominados de izquierda, en sus desilusiones sociales y con su ideología fatalista, consideran que la Universidad únicamente responde a los intereses de clase de los sectores dominantes de la sociedad; y que por tanto, el único papel que en la práctica cumple la institución, es formar profesionales y reproducir el sistema capitalista, y en tal sentido, da lo mismo, que la Universidad esté abierta o cerrada, pues no cumple papel alguno al servicio de las clases populares.
La tesis debe ser rechazada cuando la práctica demuestra con hechos concretos el hostigamiento, la represión de que ha sido objeto la Universidad de El Salvador por sus posiciones políticas en el contexto del conflicto armado, lo cual, significa que la institución no sólo cumple una función reproductora, sino que también transformadora, lo que no comprenden dichos sectores.
La renovación de la Universidad, en la actualidad ha llevado a que en un proceso lento, pero cada vez más firme, se vaya desarrollando una nueva concepción de su quehacer académico y político en el marco de la tesis universidad – pueblo, se acelera “la posibilidad real de transformar la universidad en una institución democrática, privándola de su carácter orgánico respecto a la ideología de la clase dominante”,[6] reconociendo a su vez las grandes limitaciones y obstáculos, tanto institucionales como sociales que dificultan tal tarea. Ciertamente la reforma universitaria y los cambios curriculares, enfrentan dificultades por el estrangulamiento económico que enfrenta la universidad y por el hostigamiento y persecución política, pero también, para hacerle honor a la verdad hay que señalar, que al interior los sectores universitarios les cuestan asumir una mentalidad de cambio y la brecha se está abriendo de manera paulatina.
Esta última tesis es sostenida e impulsada por los sectores de mayor madurez política en la institución; quienes plantean enfocar en el contexto de la especialidad académica la verdadera politicidad de la universidad; así la vinculan de múltiples formas, a las grandes necesidades que padece el pueblo salvadoreño; reconocen a su vez que a la “Universidad no le corresponde protagonizar la transformación social; sin embargo puede y debe contribuir a ella a través de la superación de su vida institucional, desarrollando la conciencia social en torno a los problemas cardinales que afectan al país, así como impulsando las fuerzas culturales, científicas y técnicas necesarias para su solución”.[7]
En este contexto de la concepción universidad – pueblo, no obstante el conflicto armado que vive la sociedad salvadoreña, hay signos alentadores de responsabilidad y de búsqueda de la excelencia considerando las realidades y limitaciones, la construcción universitaria continua y el esfuerzo es un proceso que apenas comienza y al cual, hay que sumarse de manera consciente y analítica aportando los talentos y asumiéndolo con talante firme.
[1] Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de El Salvador, Crisis y correlación de fuerzas en El Salvador, pág. 2
[2] Comisión del Consejo Superior Universitario, Marco Teórico de referencia (documento de trabajo), pág. 99.
[3] Ibidem, pág. 99.
[6] Ibid., pág. 124.
[7] Ibid., pág.135.
EL PRESENTE TEXTO FUE PUBLICADO POR PRIMERA VEZ EN JULIO DE 1987
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